Para México, este será un año de definiciones, tanto en su política interna como en su ubicación en el escenario internacional. El rumbo del país en el mediano y largo plazo dependerá de la definiciones de este 2023.
La decisión que tomen hoy, 2 de enero, los ministros de la Corte Suprema de Justicia sobre quiénes ocuparán su presidencia será definitiva para el futuro de la Corte Suprema y el equilibrio entre los poderes de la Unión. Si los ministros se inclinan ante las presiones abiertas de los presidente de la republica a favor de su candidato, será el fin de una Corte Suprema que actúe con un mínimo de independencia del poder ejecutivo. Un golpe muy duro a nuestra degradada democracia.
También durante este año los partidos políticos deberán definir sus candidatos a la presidencia de la república y al Congreso para las elecciones de 2024. Hoy es claro que el Presidente está empeñado en hacer todo lo posible, sin importarle mucho la legitimidad democrática, para tratar de conformar un nuevo régimen hegemónico en el país, similar al PRI del siglo pasado.
Tu proyecto puede tener éxito, o fracasar, cuando anuncies tu decisión sobre tu candidato para las elecciones del próximo año. Dentro de MORENA habrá una corriente ganadora, y grupos vencidos. Se planteará la cuestión de si ese movimiento permanecerá unido o si surgirá una división entre sus filas.
Los partidos de oposición también tendrán que definir no solo a sus posibles candidatos, sino también la forma en que deberán seleccionarlos, con acuerdos de la dirigencia o en consulta abierta con la ciudadanía, y si tendrán que competir juntos o por separado. .
Este año sabremos si la oposición tiene o no líderes capaces de derrotar al candidato del partido oficialista a la presidencia, y qué partido o coalición tiene más posibilidades de alcanzar la mayoría en el Congreso para el próximo sexenio. Las decisiones que tomen los partidos de oposición dependerán no solo de su futuro inmediato, sino también de los contornos de la competencia política en el país durante muchos años por venir.
También habrá definiciones cruciales que afectarán nuestro peso y ubicación en el mundo. Este año sabremos si tenemos posibilidades reales de aprovechar la oportunidad histórica que supone para nosotros el distanciamiento estratégico entre China y Estados Unidos, que abre la posibilidad de atraer inversiones masivas a nuestro país (nearshoring), o lo haremos contentarse con recibir el mismo flujo de inversión extranjera de los últimos años. Sabremos si México será el gran ganador del reordenamiento entre las superpotencias, o dejaremos que otros países asiáticos y latinoamericanos, como Vietnam y Brasil, sean los ganadores.
Sabremos si el gobierno está decidido a seguir tomando decisiones y posiciones políticas erróneas que desalientan nuevas inversiones, disminuyen la seguridad jurídica y crean desconfianza entre empresas globales e inversores, especialmente en la producción de energía y alimentos, o está dispuesto a rectificar y aprovechar su pertenencia al Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC).
La cumbre presidencial de la próxima semana revelará si los desacuerdos continúan o si hay una decisión mexicana para resolverlos.
Veremos si finalmente se ha entendido que nuestro país está ubicado en América del Norte, y que esa posición geográfica, y nuestra pertenencia al T-MEC, es nuestro mayor atractivo económico en el mundo, o seguiremos asumiendo posiciones que debilitar nuestra posición en la región y a nivel mundial. También podremos ver si, por razones puramente ideológicas, el gobierno mantendrá el acercamiento a las dictaduras latinoamericanas, y actitudes abiertamente injerencistas en los asuntos internos de otros países, como en el caso de Perú.
En el ámbito latinoamericano, conoceremos cuál será la política del gobierno ante el resurgimiento del liderazgo regional en Brasil, con Lula a la cabeza. A diferencia de nuestro presidente, el presidente brasileño es un estadista experimentado, respetado y reconocido mundialmente. Siempre ha sabido el enorme valor de la hábil diplomacia presidencial, insustituible en el siglo XXI. Por supuesto, nunca ha desdeñado las reuniones con sus pares a nivel latinoamericano, hemisférico, en el G20 o en Naciones Unidas.
Finalmente, hay dos temas que este año podrían convertirse en nuevas crisis, obligando al gobierno mexicano a tomar decisiones difíciles. Por un lado, están los flujos migratorios desordenados e irregulares, que tienen su origen en México y varios países de la región, y como destino, Estados Unidos. La decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de mantener la expulsión expedita de extranjeros con base en el Capítulo 42 de la ley de inmigración, puede traducirse en un aumento significativo de migrantes latinoamericanos en nuestra frontera norte, en situaciones de extrema vulnerabilidad.
Por otro, el creciente poder que muestran las organizaciones criminales en nuestro país no pasa desapercibido a nivel internacional. A la percepción de que el Estado mexicano ha perdido el control de al menos un tercio de su territorio se suma la crisis del fentanilo en Estados Unidos, que en 2022 podría haber matado a más de 120.000 estadounidenses.
Ambos temas, migración y narcotráfico, serán abordados en las reuniones presidenciales de la próxima semana. Veremos si hay avances.
POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS
PROFESOR DEL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@miguelrcabanas
miguel.ruizcabanas@tec.mx
MAÍZ
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