En su Discurso de despedida de 1796, George Washington advirtió sobre los peligros de las alianzas extranjeras e instó a su joven país a evitar enredos en el extranjero. Más de un siglo después, su sucesor Theodore Roosevelt defendió un rumbo muy diferente, afirmando que Estados Unidos debería usar su poder militar no solo para defender sus intereses sino para remodelar el mundo a su imagen. Desde entonces, la política exterior de Estados Unidos se ha movido entre estos polos de aislamiento e intervención. A lo largo de los largos años de la Guerra Fría, el colapso de la Unión Soviética y la lucha contra el terrorismo islamista, el impulso intervencionista ha dominado en gran medida.
Pero ya no más. La apresurada y caótica retirada de Estados Unidos de Afganistán es solo el último hito en un cambio de largo desarrollo que se aleja de una postura asertiva y orientada al ejército en el extranjero, según la mayoría de los expertos en política exterior. Este giro hacia adentro se puede ver en todo el espectro político estadounidense y podría tener profundas implicaciones, no solo para el Medio Oriente sino para la seguridad global en general, creando más espacio para los principales adversarios de EE. UU. Como China y Rusia, rivales de tamaño mediano como como Irán e incluso posibles dictadores desde América Latina hasta África.
Fuente: WSJ