
Tenemos un México cercano a lo distópico, lo que significa que estamos inmersos en una sociedad futura, que parece ficticia, porque tiene aspectos indeseables o decadentes. Esto se debe a una serie de características o valores comunes que son negativos. Se cree que el primero en acuñar la palabra fue el filósofo y político John Stuart Mill, utilizándola en uno de sus discursos.
Pero debemos centrarnos en por qué llegamos a este punto. En tiempo real, hay cosas que son inexplicables, como la pretensión de transformar la falsedad en verdad. Fomentar el deseo de ser famoso a toda costa. Anteponiendo la familia, la salud y la seguridad, el enriquecimiento personal por encima.
Pero de lo que hablaremos hoy es del problema que tenemos de intentar aplastar cualquier idea, si resulta ser contraria a lo que la tendencia marca como políticamente correcto.
Posiblemente, nos hemos pasado de la raya, y ahora mismo parte de nuestra sociedad fomenta lo que se llama alta susceptibilidad, por lo que hemos dejado de lado la lógica, para dar paso a una estrambótica forma de ofensa permanente, que de por sí se traduce en intolerancia.
Respetar no significa compartir una misma idea, es simplemente dejar de juzgar, o tener prejuicios de por medio. Pero lo que está pasando es un fenómeno diferente, que silencia a quienes tienen otra visión del mundo. Es la pérdida de la conversación inteligente, confundiendo el respeto, por el alineamiento absoluto con los temas de actualidad.
Silenciar la independencia de pensamiento, en lugar de tener espacios comunes donde se encuentren las diferencias, es la mejor manera de confrontarnos en un mundo que debe construirse con muchas ideas y voces.
Recordemos que un solo discurso puede llevarnos a negar nuestra realidad.
Pensemos en el jugador Aykut Demir, capitán del Erzurumspor en la Segunda División turca, que se hizo viral estos días, en una imagen previa al partido, que enfrentó al Ankaragucu, donde todos los protagonistas salieron al campo con un «no a la guerra». … excepto él. Explicó sus razones, como el hecho de que solo se tiene en cuenta la guerra en Europa, pero no en Medio Oriente, por tal acto fue abucheado.
El ejemplo de un impedimento para el diálogo fue no permitir la participación de siete jugadores de rugby en Australia, por su negativa a vestir la camiseta ideológica LGTBI, por motivos personales y religiosos.
Mi pregunta es esta. ¿Será que hoy se nos impide ser independientes?
Desde la perspectiva realista, ser inclusivo implica que no debemos forzar. Tenemos que compartir ideas, a través de un diálogo permanente que nos haga cambiar, cualquier comportamiento nocivo. Pero lo que es obligatorio es que debemos respetar a todas aquellas personas que no están de acuerdo con nuestros pensamientos.
Mariano Sigman lo dice así. “La gran virtud de las palabras es, al mismo tiempo, su gran estigma. Su asombrosa habilidad para construir mundos coherentes nos permite expresar lo que tememos y anhelamos, pero también le da a la historia su propio impulso”.
Son siete los pasos que señala el citado autor, para provocar un mejor diálogo:
Mide las palabras con las que te refieres a ti mismo. De esta manera cuidarás tu estado de ánimo, pero también te ayudará a respetar a la persona que no comparte tu visión.
Recuerda que muchas veces te equivocas.
A la hora de emitir un juicio duro, toma perspectiva, sin pasión de por medio, y pregúntate si efectivamente lo del interlocutor es tan grave o catastrófico.
Hablar con personas con ideas diferentes nos ayuda a reevaluar errores en nuestro propio razonamiento.
La conversación debe ser receptiva, es decir, debe partir de la buena fe.
La conversación masiva (redes sociales) no es efectiva, porque es muy difícil intercambiar ideas.
Relativiza, si te has encontrado con una persona testaruda, mejor date la vuelta.
Así que la próxima vez que alguien no piense lo mismo que tú.
No quieras ponerte la camiseta que defiende tu idea, no juzgues. Porque te estarás convirtiendo en lo que hemos superado.
Oscar Wilde dijo “Estoy convencido que en el principio Dios hizo un mundo diferente para cada persona, y que es en ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde debemos tratar de vivir”.
No necesitamos pensar al unísono, precisamente la diferencia nos hace más fuertes y mejor preparados para resolver cualquier problema juntos.
POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTOR LABORAL
DIRECTOR DE LABORATORIO DE EMPLEO DE EQUIDAD
CAMARADA
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