Sé que son tiempos de celebraciones, donde queremos desconectarnos del ruido político y descansar o pasar tiempo en familia. Pero antes de que termine el año quiero hacer un balance de lo que pasó este 2022 en México; porque, más allá del lugar común, en varios sentidos marca un antes y un después para las siguientes décadas.
Este 2022 el militarización de la seguridad pública, que pasa de ser una medida de excepción a la regla permanente; abre la puerta a posibles abusos; profundizará una estrategia que no ha funcionado y, en efecto, anulará indefinidamente la capacidad de lograr la única solución a largo plazo: crear una policía civil fuerte y confiable.
Este 2022 impuso un reforma electoral ampliamente rechazado por el público, lo que debilita al INE y al Tribunal Electoral a favor del gobierno; que facilite el uso de recursos y cargos públicos para hacer campaña; eso le quita certeza a las elecciones y al voto.
Este 2022 se realizó una reforma energética que encarecerá y contaminará la electricidad a largo plazo; dificultará la inversión, y por tanto la creación de puestos de trabajo; lo que implicará que el gobierno derroche millones en subsidiar empresas estatales ineficientes, en lugar de dedicar más recursos a servicios públicos como la salud o la educación.
Este 2022, la impunidad de los delincuentes y la indiferencia del gobierno ante la violencia alcanzaron niveles sin precedentes. Ya sean extorsiones, secuestros, ataques a periodistas o masacres, para el presidente siempre es lo mismo: son estrategias y mentiras para
afectarlo, el único víctima legítima de México. El resto de nosotros estamos cada vez más indefensos.
Con todo, este 2022 fue también el año en que cientos de miles de ciudadanos salieron a las calles de todo el país para defender nuestra democracia; el año en que mucha gente se dio cuenta de que, contrariamente a la propaganda oficial, somos más los insatisfechos y los libres, y aunque hemos estado desarticulados, si nos organizamos somos imparables.
Este 2022 fue el año de la irrupción ciudadana, cuando por primera vez en mucho tiempo la movilización cívica tomó la iniciativa y el liderazgo del gobierno. El 2022 puede ser entonces un punto de inflexión para construir una alternativa que supere tanto el clientelismo estatal como las burocracias partidistas, pero esto no sucederá automáticamente.
En 2023 hay que continuar y profundizar la acción ciudadana, de la que hablaremos en enero.
Mientras tanto, aprovecho esta última columna del año para agradecer a quienes me han acompañado en estas páginas durante el 2022. Les deseo una Feliz Navidad, un nuevo año lleno de salud, prosperidad y que, en estas fiestas, comencemos sanar la dañina polarización del país desde nuestro entorno inmediato: con nuestras familias, amigos, compañeros, vecinos.
POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE
COLABORADOR
@GUILLERMOLERDO
MAÍZ
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