Barbiemania y la tolerancia social

La película de Barbie llegó hace casi una semana a nuestro país y el furor social no se hizo esperar. Hombres, mujeres, niñas y algunos niños salieron a las calles con ropa rosa y accesorios coloridos.

Previamente, los críticos de cine advertían que no era una película para niños, sino una película reflexiva para los adultos, los que crecieron jugando con Barbie y Ken, esa generación pivote que nació sin Internet ni la revolución tecnológica pero que se adaptó a ella. .

Rompiendo tabúes, el nacimiento de la famosa muñeca en 1959 buscó generar empatía en las niñas para que visualizaran que ellas, como Barbie, podían desempeñar una o varias profesiones, en una época en que las mujeres tenían pocos o ningún espacio en el campo. público.

En medio de esta “barbiemanía”, Ernesto, un joven tamaulipeco, fue objeto de burlas y escarnio público, a través de las redes sociales, por su vestimenta: vestía un pantalón rosa pastel y una ceñida camiseta rosa mexicana. Una página de noticias de Matamoros fue la primera en publicar las fotos de él y en pocas horas las imágenes y memes alusivos se viralizaron.

México es un país racista, violento y discriminatorio, y la violencia digital ha tenido un aumento vertiginoso en los últimos años, especialmente contra las mujeres y grupos sociales específicos como la población LGTBIQA+.

Al igual que Ernesto, el 30% de la población de 18 y más años que declaró haber sido discriminada en los últimos 12 meses (en la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022), dijo haber sido objeto de burlas por su forma de vestir o arreglo personal (tatuajes, ropa, forma de peinarse, piercings).

La respuesta está en la película: Nos juzgamos, peleamos y nos humillamos porque no sabemos quiénes somos: dice un inseguro Ken que buscaba a toda costa la aprobación de su Barbie.

Sin hacer spoiler, Barbie visualiza los efectos del patriarcado y el matriarcado, pero sobre todo cuestiona los estereotipos sociales de la mujer que la llevan a condicionarse o limitarse. Ella finalmente hace la transición a un equilibrio, hablando por relaciones sexuales afectivas saludables.

La “Barbiemanía” debería llamarnos a hacer un uso responsable de las tecnologías de la información y la comunicación para construir entornos digitales seguros y respetuosos para hombres y mujeres.

Es importante salir de esa caja aparador donde se guardó a Barbie durante décadas, es hora de abandonar los estereotipos femeninos y masculinos. Hagámonos fotos saliendo de esa vitrina, nunca más adentro.

POR NALDY RODRÍGUEZ
TRANSPARENCY3.0@OUTLOOK.COM
TWITTER @YDLAN

CAMARADA

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