“Batalla de Madrid”: la puja por la capital revela el lado más hostil de la política española

MADRID.– Ángel Gabilondo es el candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por la elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid el martes. Sin embargo, nadie lo diría. Tu adversario Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la región por el Partido Popular (PP), apenas ha pronunciado su nombre en toda la campaña. Como si de unas elecciones generales se tratara, el blanco de su férrea crítica ha sido el presidente del gobierno, Pedro sanchez. El líder socialista entró al campo y se involucró profundamente en unas elecciones que son más que una simple contienda regional: adoptaron una dimensión nacional.

La «Batalla de Madrid» será por encima de todo decisivo para la configuración de la derecha española en los próximos años. En el último ciclo electoral, el espacio conservador se fracturó en tres opciones: un PP mermado, Ciudadanos (de centro derecha) y Vox, la extrema derecha emergente.

En varias regiones, como la propia Madrid, el PP ha gobernado en coalición con Ciudadanos, en ocasiones apoyado desde fuera por Vox. Sin emabargo, El PP cotiza ahora al alza, Ciudadanos está en estado de implosión y ni siquiera pudo entrar al Parlamento de Madrid, lo que probablemente dejaría al PP en brazos de la extrema derecha, un tabú en Europa Occidental.

Gobernado ininterrumpidamente por la derecha durante los últimos 26 años, la Comunidad de Madrid -de siete millones de habitantes- ha sido tradicionalmente el ariete del PP contra los gobiernos centrales socialistas. Sin embargo, nunca antes se había alcanzado este grado de hostilidad, fruto de la estrategia de Díaz Ayuso, representante de la línea trumpista de la derecha española. Esta es también una batalla por el alma del PP, ya que hay otros líderes regionales que apuestan por una línea centrista y odian a Vox.

Pablo Iglesias abandona el debate organizado por Cadena SER en Madrid
Pablo Iglesias abandona el debate organizado por Cadena SER en MadridJesús Hellin – Europa Press

La campaña fue una de las más candentes que se recuerdan desde la Transición española, una tensión agravada por el envío de amenazas de muerte en forma de cartas con bala en el interior del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y del candidato del izquierdista Unidos Podemos. , Pablo Iglesias, entre otros.

En un debate electoral, El candidato de Vox sugirió que las amenazas fueron un montaje de Iglesias, lo que lo motivó a abandonar el plató. Posteriormente, los otros dos candidatos de la izquierda también abandonarían el debate. Desde entonces, el marco construido por la izquierda es que las elecciones son una batalla entre democracia y fascismo.

Polarización

Sin embargo, el primero en buscar una campaña polarizada fue Díaz Ayuso con su lema «Libertad o comunismo». La estrategia funcionó bien, según las encuestas, ya que pudo obtener hasta 60 diputados, el doble que en las elecciones anteriores. Pero aún se mantendría dentro de los 10 de la mayoría absoluta, por lo que necesitaría el apoyo de Vox. Casi ninguna encuesta concede a los tres partidos de la izquierda, encabezados por el PSOE, la mayoría de 70 diputados. Pero no se queda atrás, por lo que una mayor movilización de los barrios obreros podría darle la victoria.

«Díaz Ayuso creó su propia identidad apelando al orgullo madrileño, lo que yo llamo madricentrismo», sostiene el sociólogo Juan José Domínguez. “Ella siempre quiere ser el centro de atención de los medios. Sus mensajes a veces pueden parecer simplistas o vacíos, pero funcionan porque todos los entienden. Son típicos del mundo de la publicidad ”, añade.

La presidenta utilizó sobre todo la lucha contra la pandemia como campo de enfrentamiento con el gobierno central, al que ha llegado a desafiar ignorando algunas de sus instrucciones. El gobierno de Madrid ha sido el más laxo a la hora de aplicar medidas como el toque de queda –a los 23– o la apertura hasta esa hora de restaurantes y bares, cerrados en el resto del país. De hecho, al privilegiar la economía sobre la salud, Madrid se convirtió en la capital de la noche europea con la llegada de miles de jóvenes franceses e italianos.

A nivel económico, el presidente de Madrid prometió una vez más una importante reducción de impuestos. Esta ya era su propuesta estrella en anteriores elecciones, pero no la aplicó. Hacerlo consolidaría el modelo neoliberal que el PP viene construyendo en esta comunidad. Madrid es la única región que abolió los impuestos sobre sucesiones y sucesiones, y tiene las tasas de impuesto sobre la renta más bajas.

Su gobierno pretende ser el artífice del liderazgo económico de Madrid. A pesar de tener menos población, el peso de su economía superó al de Cataluña, el motor económico tradicional de España. En PIB per cápita, lleva mucho tiempo liderando el ranking con más de 35.000 euros gracias a un crecimiento por encima de la media en las dos últimas décadas.

Ahora, hay un lado oscuro en ese éxito. Según un informe de Caritas, es la región con mayor desigualdad entre ricos y pobres, y hasta un millón de personas (16% de la población) se encuentran en situación de exclusión social. Sus escuelas son las más segregadas por ingresos, y sus cifras de gasto social en el furgón de cola nacional. Por ejemplo, es la región que menos gasta en educación por alumno (729 euros), lejos del País Vasco (1.349).

Algunos economistas cuestionan la existencia de un «milagro económico madrileño», y atribuyen su liderazgo al efecto de ser la capital. Madrid concentra buena parte de los altos funcionarios del Estado, ya que allí están todas las sedes ministeriales, y se ha beneficiado del proceso de centralización económica derivado de la privatización de empresas públicas en los años noventa.

Además, varias autonomías denunciaron que Madrid realiza “dumping fiscal” (competencia desleal). Según esta opinión, el Gobierno regional puede rebajar los impuestos sobre la renta gracias a los ingresos extra que recibe por ser la sede de muchas grandes empresas privatizadas, aunque sus beneficios se generan en todo el territorio. Estas exenciones fiscales atraen a muchas fortunas que colocan su residencia en Madrid para pagar menos impuestos, aunque no vivan en la capital.

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