Bolsonaro, segundo en las encuestas detrás del expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, desacredita desde hace tiempo -sin pruebas- la urna electrónica, que se utiliza desde 1996 y permite conocer los resultados la misma noche de las elecciones. , en un país con 213 millones de habitantes.
“El voto es el alma de la democracia y por eso tiene que ser contado y auditado públicamente”, reiteró este jueves el presidente, quien a principios de este mes dijo que su partido contrataría una empresa para auditar las elecciones de octubre.
El Tribunal Superior Electoral (TSE) utiliza diversos mecanismos de control y seguridad para evitar fraudes y nunca se han verificado irregularidades que comprometan los resultados, contrario a lo que alegan Bolsonaro y sus seguidores.
El titular del Ejecutivo mantiene un constante enfrentamiento con el TSE por este tema, lo que le ha valido la apertura de una investigación en el Supremo Tribunal Federal por difusión de noticias falsas.
Esta semana volvió a subir el tono y dijo que Brasil «puede tener elecciones problemáticas».
Esas y otras frases suyas como que las elecciones solo pueden terminar para él en «prisión, muerte o victoria» alimentan los temores de que el mandatario no reconozca una eventual derrota y trate de emular al expresidente estadounidense Donald Trump, a quien muchos acusan de incitar. las protestas que terminaron en la violenta invasión del Capitolio en Washington en 2021.
El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dijo recientemente que Brasil «tiene un sólido historial de elecciones libres y justas» y que Estados Unidos «confía» en las «instituciones democráticas» del país latinoamericano.