Con la controversia sobre el resultado de las elecciones del domingo cada vez más acalorada, muchos en Brasil temen que el presidente Jair Bolsonaro se mire a sí mismo en la espejo de otras experiencias tumultuosas en la región y especialmente en Estados Unidos, con los escándalos del magnate Donald Trump.
Especialmente si el saldo de la boleta marca ligeras diferencias con su desafiante y favorito Lula da Silva.
El cuestionamiento de los resultados electorales, muy recientemente, generó una seria molestia en el Perú.
En junio pasado, el ahora presidente Pedro Castillo se impuso por el 50,1% de los votos a su rival de extrema derecha Keiko Fujimori, quien reunió el 49,8%. Un resultado hiperajustado, con una diferencia de apenas un cuarto de punto.
Pero así son las elecciones. Sin embargo, los vencidos se negaron a reconocer los resultados. Había una montaña de demandas y presiones sobre la justicia. Las autoridades electorales tardaron más de un mes en anunciar al ganador. Y todavía funciona la maquina de la sospecha
Trump insiste
Las cosas estaban peor en los Estados Unidos. Allí, Donald Trump, amigo cercano del presidente brasileño, se negó a reconocer la victoria de Joe Biden en las elecciones de noviembre de 2020. Todavía hoy Sigue denunciando un fraude que nunca pudo probar.
Pero el episodio más grave de esta ofensiva es que el líder populista norteamericano estimuló un golpe virtual lanzando un calvario de fanáticos ultranacionalistas para tomar el Capitolio, el 6 de enero de 2021, en el momento en que debería consagrarse el ganador de las elecciones.
En cierta medida, la institucionalidad del país ayudó a salvarlo, dijo el vicepresidente de Trump, Mike Pence, quien se negó a asociarse con la conspiración promovida por el magnate no entregar el poder.
Este ha sido el que mayor daño ha causado a la democracia norteamericana a lo largo de su historia.
Bolsonaro fue el último gran líder mundial en reconocer la victoria del demócrata y defendió la teoría del fraude durante semanas. Es importante tener esto en cuenta ahora que el presidente brasileño quita sospechas sobre la transparencia de las elecciones de este domingo que definirá el destino del país.
ataque a las urnas
El polémico presidente brasileño ha manifestado a periodistas conservadores norteamericanos, cercanos al trumpismo, su molestia porque ni las Fuerzas Armadas y sus técnicos han podido confirmar, argumenta, que no hay manipulación en la votación de las urnas electrónicas.
Así como Trump buscaba anular el voto por correo, su amigo brasileño ha insistido en derribar el sistema electronico que reglas aqui desde los 90 sin que nadie lo cuestione nunca. Pretende avanzar a un viejo esquema de boleta de papel como en Argentina, que la justicia ha impedido.
Otro capítulo de similitudes entre estos universos es que tanto en Brasil como en EE.UU., también existen hordas ultranacionalistas, muchos de ellos con acceso a armas. Son bandas que han estado dispuestas a defender de cualquier forma la victoria de Bolsonaro, aunque esa victoria no existiera.
El peligro de los comentarios sospechosos del presidente es máximo, precisamente, que fomentar alguna forma de violencia contra la elección y como mínimo, que la votación dé paso a una ola de protestas judiciales, como en el caso de Perú, para complicar la asunción de su rival, si logra ganar estas difíciles elecciones.
San Pablo, enviado especial
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