El destino se cebó con el Espanyol y llenó de crueldad un descenso que se ha hecho inevitable día a día. Con ganas de mirarse al espejo y cantar el mea culpa, los jugadores y el técnico del equipo perico se vieron abrumados por la amargura que les produjeron varias decisiones arbitrales muy discutibles, algunas escandalosas, para valorar el descenso consumado en Mestalla tras encajar un gol en el agregado. La defensa, siempre la defensa, ha condenado a los blanquiazules. Pero, de inmediato, apareció la autocrítica, única forma de explicar lo sucedido en una temporada negra. Las cosas no se han hecho bien.
El segundo descenso en tres temporadas ha puesto definitivamente todos los focos hacia el palco. Todos culpan a Chen Yansheng, quien se convirtió el domingo en el primer (y único) presidente con dos descensos a sus espaldas. Horrible.
Melamed, la joya de la corona, acaba contrato en 2024: su futuro también puede marcar el del club
El propietario del Espanyol lleva años actuando de mala gana y eso se refleja en la inestabilidad del club y, especialmente, del primer equipo. Desde enero de 2016, cuando Chen compró la mayoría de las acciones del Espanyol prometiendo ir a la Champions, por el club han pasado cuatro directores generales, cinco directores deportivos y hasta ocho entrenadores. Si sumar dos descensos es empezar a temblar, esta danza de nombres es igualmente aterradora.
La sensación que transmite el españolismo es que el crédito del magnate chino se ha agotado. Nadie discute que se ha preocupado por que al equipo le vaya bien y mucho menos que se haya sacado dinero del bolsillo para salvar al club de una situación muy delicada. Pero eso ya es parte del pasado. La realidad es que las cuentas llevan tres años con pérdidas, que ya no se rasca el bolsillo, y que no parece confiar en nadie, dando lugar a una inestabilidad que el equipo no ha podido soportar.
Todas las críticas se centran en Chen, que ya se ha convertido en el único presidente con dos descensos
“La responsabilidad del descenso es de la dirección del club. No hemos aprendido de nuestros errores, pero utilizaremos todos nuestros recursos para volver a Primera División», proclamaba al día siguiente con cierta ambigüedad el dueño del Espanyol, en la misma línea que la primera reacción institucional tras la debacle de Mestalla, que procedía de Mao Ye. «Nos vamos a poner manos a la obra inmediatamente, pensando en el futuro», declaró de madrugada el director general a los medios oficiales, ni siquiera a los enviados especiales a Valencia.
La última tontería de Chen, porque nadie duda de quién es el principal responsable de todas las decisiones importantes que se toman en el Espanyol, llegó con el recambio en el banquillo esta temporada. En sustitución de Diego Martínez, cuyo crédito se había agotado, justo después del parón de selecciones, se desperdiciaron dos semanas de trabajo que hubieran sido invaluables para que los jugadores se acostumbraran a los métodos y al guión de Luis García.
Darder, desolado
Por cierto, el técnico es de los pocos que mantiene intacta su imagen en el club y será el encargado de intentar el regreso del equipo a Primera División. Cabe recordar, y no es baladí, que en las cinco ocasiones anteriores el Espanyol logró el ascenso la temporada siguiente.
Con la venta del club a un grupo inversor americano en suspenso, una negociación que por cierto le acabó costando el puesto al director general José María Durán, y con un más que posible recambio en la cúpula deportiva, el Espanyol afronta un momento muy delicado. verano. La reducción presupuestaria por el descenso –los ingresos televisivos serán cinco veces menores (10 vs 50 millones) y el fondo de compensación de LaLiga que permitía mantener la estructura del equipo hace tres años será mucho menor esta vez– supondrá una profunda reestructuración de la plantilla y la más que probable salida de pesos pesados como Joselu o Darder.
No hay estabilidad: ha tenido 4 directores generales, 5 directores deportivos y 8 entrenadores en 7 años
El caso más difícil de todos es el de Nico Melamed (22), la piedra filosofal de Luis García sobre la que quiere construir el futuro del equipo, cuyo contrato acaba el año que viene y sigue sin renovar. Hace unas semanas, además, el canterano cambió de representante para fichar por el Team Raiola, algo que el club no tomó como una señal positiva.
De momento, las únicas certezas de las que no puede escapar el Espanyol son que el año que viene tendrá que sobrevivir en el infierno de Segunda División y que Chen seguirá gestionando los destinos del club. Al chino, como al nuevo emperador de Hans Christian Andersen, no parece que su entorno le alerte de sus errores. Está a miles de kilómetros, a orillas del Llobregat, donde la gente los señala. Ahora solo escúchalos.
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