Comienza el juicio de seis sindicalistas que exprimieron a las constructoras

Sin audiencia ni prensa y menos de la mitad de los imputados sentados en el banquillo. Así comenzará el lunes el juicio contra seis sindicalistas de Bahía Blanca UOCRA, acusados ​​de asociación ilícita y extorsión contra empresarios de la construcción. Debería haber comenzado en abril, en cuarentena total y luego en septiembre, pero se ha pospuesto nuevamente.

La ausencia de periodistas y espectadores está relacionada con las medidas de distancia previstas en el protocolo autorizado para la celebración de audiencias orales en los juzgados provinciales. Los sindicalistas, con quienes Ocho de los acusados ​​ya han admitido su parte de culpa en la pandilla.

Frente al Juzgado de lo Penal 2, estarán sentados los dos secretarios generales que tenía la UOCRA bahiana hasta enero de 2018. Humberto Monteros, quien también fue jefe de la CGT regional y fue responsable del área de Bahía Blanca y Jose Burgos, responsable de las operaciones en esa ciudad.

Ambos se enumeran como líderes de una asociación ilícita «diseñada para amenazar, coaccionar y extorsionar a profesionales y gerentes o representantes de empresas que realicen obras civiles, viales, eléctricas y de infraestructura en general ”. Así lo indica la denuncia que encabezará el fiscal Gustavo Zorzano, de la Unidad de Delitos Complejos.

Comienza el juicio de seis sindicalistas que exprimieron a las constructoras

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Las empresas a las que los empresarios debían comprometerse brindaban servicios de construcción, como baños químicos, transporte, vestuario y gastronomía, respondieron a los mismos sindicalistas. A Monteros, en su casa de Monte Hermoso, Encontraron bolsas con 5 millones de pesos y $ 100.000. En una caja fuerte, ahorró $ 423,000 más.

Junto a él y Burgos, también será juzgado Guillermo Molina, ex tesorero de la UOCRA y candidato a concejal por el Frente Para la Victoria en 2017. «Es una causa política», dijo su abogado, saliendo de una audiencia y Luis coincidió con D´Elia, en un tuit posterior.

El sexteto de los imputados lo completan Walter Paiz, Roberto Ríos y Mario González. Los demás sindicalistas ya han sido condenados o están a la espera de la misma decisión judicial, tras acordar acortar los juicios con el Ministerio Público.

El primero en romper el hielo fue David Ezequiel Muñoz, quien el pasado mes de octubre fue condenado a 5 años de prisión por extorsión en Coronel Suárez. En 2013, junto con otros dos delegados, entregó una lista de requisitos al responsable de un proyecto.

Incluía el pago de mil pesos mensuales hasta su finalización, para evitar quejas o acciones del sindicato que los paralizaran. “Era una práctica común visitar los lugares de trabajo y hablar en estos términos con los dueños de las empresas”, dice la denuncia.

En la acusación, revelaron que los delegados fueron nombrados «con el dedo» y debían pertenecer a la lista blanquiazul que lidera Monteros. “Hubo una estructura vertical que se llevó a cabo en toda la jurisdicción con la misma metodología. Aprovecharon el velo que les dio el nombre de UOCRA para operar ”, agregó la fuente.

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Tras el acuerdo de Muñoz, tras la feria judicial de enero, llegaron Sergio Daniel Vázquez, Aníbal Alejandro Aranda, Sebastián Octavio Canales, Raúl Ernesto Erbin y Pablo David Gutiérrez.

Eran miembros del comité ejecutivo o delegados y todos recibieron condenas de 5 a 7 años de prisión. Los casos de Carlos Ariel Carrillo y Nelson Damián Cabrera, quienes también optaron por el juicio abreviado y están a la espera de una decisión judicial, aún no se han resuelto.

Zorzano se hizo cargo de la investigación en octubre de 2017, luego de que el caso fuera abierto de oficio por la Fiscalía General de la Nación de Bahía Blanca. La decisión se tomó luego de declaraciones públicas de la titular de la filial bahiana de la Cámara Argentina de la Construcción y de la gobernadora, María Eugenia Vidal.

En un acto durante la campaña electoral, La presidenta de Buenos Aires relacionó el paro de algunas obras viales promovidas por su gobierno con «actitudes mafiosas». En la misma línea, el empresario Pablo Quantín había denunciado endurecimiento en algunos de sus lugares de trabajo.

«Fueron obligados a firmar convenios o pactos que establecieran a favor de los trabajadores aumentos en su salario por encima de los convenios salariales vigentes o primas para todos los dependientes por igual, sin que el empleador pudiera considerar el desempeño o productividad del trabajador», determinó el juez. Claudia Fortunatti, al condenar a Muñoz.

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