La 4T ha llevado a sus manifestaciones más sonoras una estrategia barata y fácil de aprender de la política mexicana de toda la vida. La cosa funciona así: ante un derrumbe con muertes, una muerte de cientos de miles en una pandemia o una masacre, un eufemismo. ¿Se desmorona una línea de metro con 26 muertos? «Accidente». Gran palabra. «Accidente» suena como si hubiera algo inevitable en lo que sucedió. Porque la vida es incierta. Lo que el hombre propone y Dios dispone. Una tragedia griega: que tu destino te encuentre y no haya donde hacerte. Que si te toca, ni aunque te despegues. Quiero decir, parece que nadie tuvo nada que ver con eso, debido a la corrupción o falta de mantenimiento.
Ahora bien, la palabra «accidente» tiene algo categórico, brutal. Solo puedes usarlo en casos muy dolorosos. Para casos menores, como el choque de dos trenes y la muerte de una sola persona, o un centro de comando en llamas, lo que procede es «incidente». Lo que me lleva a preguntar: ¿no se está demorando la administración chilena en usar «incidentito»? El humo diario con pocas personas intoxicadas, el chisporroteo que detiene el servicio por media hora, amerita una rebaja aún mayor en la carga negativa del término, amigos míos. solicitar. Como hicieron con la ivermectina, que no fue un experimento con seres humanos sino un «estudio observacional», así, en inglés.
Eso sí, «incidente» puede y debe ir acompañado de esa palabra que, apuesto, tendrá larga vida en el sexenio: «atípico». no es nuevo Hemos escuchado un millón de veces hablar de “lluvias atípicas”, que es algo que en México ocurre cuatro veces por semana, nueve meses al año. Bueno, la administración de Chilanga ha llevado ese eufemismo a la clandestinidad: al Metro. Llama atípica la basura en las vías, que todos los que hemos utilizado este medio de transporte sabemos que es tan antigua como el propio Metro, y la citada humareda, que son dos al día.
Por el momento, sin embargo, es una palabra infrautilizada. Por ejemplo, el Presidente, en sus mañanas, podía hablar de “masacres atípicas”, con o sin risas como siempre. También se podría decir que el fiscal general, más que en una «reparación», está en una «convalecencia atípica», lo que explica que no trabaje desde noviembre y, ya que estamos, que no cometa indecencias personales. uso de la investidura, pero, lo adivinaste, “atípico”. Sé que el tlatoani dice que su cofre no es un almacén, pero hombre, los eufemismos tampoco le son ajenos.
¿Recuerdas “hemos logrado aplanar la curva”, ese anuncio de que se avecinaban decenas de muertes más por el COVID-19? Sí, los de la 4T se han vuelto buenos para los eufemismos. Y se entiende que los usan. Lo que no se entiende es que en los medios nos dediquemos a reproducirlos, pero ese es otro tema.
JULIO PATÁN
COLABORADOR
@juliopatan09
LSN
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