La próxima semana, las calles del mundo se llenarán de movilizaciones para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. No es algo menor, desde 1975 la humanidad dedica un día al año a reflexionar sobre las desigualdades históricas y las brechas de género que aún no han sido superadas.
Estas asimetrías se originan en elementos profundamente arraigados de la cultura patriarcal. Sus manifestaciones son visibles en todos los ámbitos de la vida pública y privada. Presento dos botones de muestra, basados en cifras de ONU-Mujeres. En el mundo, una de cada tres mujeres enfrenta problemas de inseguridad alimentaria. Las mujeres ocupan dos de cada 10 puestos en sectores clave para la innovación, como la ciencia, la ingeniería o las tecnologías de la información.
Lo cierto es que estas diferencias en los avances de un sexo con respecto al otro no sólo se explican en patrones de comportamiento o sociales. Existen normas que expresa o implícitamente generan sesgos de género para el ejercicio de los derechos. Al analizar el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la ONU estimó que al ritmo actual de avance se necesitarán otros 286 años para expulsar del planeta las leyes discriminatorias y proteger adecuadamente los derechos de mujeres, niñas y niños.
Todo esto nos obliga a prestar atención a la forma en que se deciden los asuntos públicos. La forma de hacer política y las formas de acceder al poder deben estar en el centro de la preocupación para acelerar el ritmo necesario para igualar nuestras reglas de convivencia. De ahí la importancia de las cuotas de género y otras acciones afirmativas que, desde su implementación en la década de 1990, han fortalecido la representación de las mujeres y las han llevado a ocupar posiciones de liderazgo cada vez más importantes.
América es el continente que con más fuerza adoptó las cuotas obligatorias. Con base en datos de la Unión Interparlamentaria, sabemos que también fue el de mayor crecimiento. El número de mujeres en los congresos de la región pasó de 12,7 por ciento en 1995 a 32,4 por ciento en la actualidad. En países donde se implementaron reglas de paridad, el crecimiento ha sido aún más rápido.
Las buenas prácticas deben trasladarse al ámbito local. Todavía hay déficits que frenan el progreso. Quizás una buena alternativa sea recurrir a dispositivos de paridad como los adoptados en México. Desde su materialización ha habido un crecimiento muy importante de congresos y cabildos locales. En el caso del Estado de México, por ejemplo, implicó un crecimiento de 37 por ciento en la representación femenina de una elección a otra.
Lo más importante es que estos cambios desde lo local generan mayor visibilidad para las mujeres, lo que les da mejores posibilidades de incidir en la toma de decisiones públicas. Una vez más en el ejemplo mexicano, vale la pena mencionar que algunos de sus líderes políticos más visibles son precisamente mujeres. También somos quienes encabezamos los órganos electorales de la entidad más poblada del país.
La igualdad de género en el Estado de México llegó para quedarse.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTE DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
CAMARADA
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