Confianza | El Heraldo de México

En psicología sabemos que los bebés necesitan un entorno constante para poder desarrollarse, un entorno seguro y estable. Desde los primeros meses de vida, los seres humanos vamos configurando una forma de ser que nos permite y nos permitirá, a lo largo de nuestra existencia, tener emociones positivas y empáticas con los demás. Este es uno de los aprendizajes más importantes de toda nuestra vida, ya que así se forma uno de los pilares de nuestra estructura de personalidad.

Casi me atrevería a decir que un bebé que logra integrar esta confianza básica en sus primeros meses será un adulto con fuerza y ​​certeza interior, tendrá capacidad de comprensión y solidaridad con los demás. Podría decirse que si esto se logra, con el paso de los años será un individuo preparado para vivir en sociedad.

Por el contrario, la desconfianza se produce cuando una persona tiene un sentimiento de aislamiento, abandono y sobre todo cuando se interioriza que debemos estar siempre alerta para protegernos de las impredecibles amenazas que nos rodean. El pacto social consiste finalmente en un grupo de individuos que acuerdan permanecer juntos y seguir una serie de reglas para saber qué esperar si las cumplimos o si las violamos.

Dice el paleontólogo español Juan Luis Arsuaga que los sapiens hemos suplido nuestra falta de fuerza física con la fuerza del grupo. En el cuerpo a cuerpo no estamos dotados como otros mamíferos como osos, gorilas o leones para poder derrotar a mordiscos y bofetadas a lo que nos amenaza, pero entre todos, entre muchos, nos volvemos prácticamente invencibles. Así ha sobrevivido nuestra especie, confiando en los demás, trabajando en equipo, logrando alianzas, trazando rutas o estrategias para lograr nuestros objetivos. Ni siquiera los neandertales, que eran mucho más fuertes y musculosos, podían vencernos a los sapiens. Y todavía aquí estamos. El poder de nuestra inteligencia va mucho más allá de la fuerza bruta básica. En ocasiones difíciles, quizás como esta, parece que lo hemos olvidado.

La evolución —y sigo parafraseando a Arsuaga— nos ha hecho a los humanos más sociables, solidarios, empáticos, astutos y cooperativos. De joven decía, tal vez intuyendo al paleontólogo, que la neurona mata la barbarie, el presupuesto y hasta el autoritarismo. Creo hasta este momento y muchos años después que simplemente es.

Vivimos tiempos convulsos donde hemos ido perdiendo la confianza en nosotros mismos especialmente. Muchos se han convertido -por ignorancia, amenazas y mentiras- en seres inseguros, suspicaces, pasivos, temerosos y lo peor de todo, en seres derrotados.

La desmovilización y la apatía, la sensación de fracaso anticipado, son nuestros enemigos más peligrosos, incluso más poderosos que los que quieren controlarnos. Los invito a sentirse optimistas en este difícil momento. No podemos darnos el lujo de fracasar, hay mucho en juego.

POR TERE WORTH

@TEREVALEMX

LSN

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