Corrupción moral del Estado | El Heraldo de México

el rey del efectivo revela que carecemos de compatibilidad entre la moral social y los impulsos perversos del poder. Ese defecto esencial explica por qué el libro ha suscitado tanta controversia. Conociendo la inmoralidad del gobernante cuando exige a miles de burócratas que entreguen el 10 por ciento de su salario en efectivo para pagar los fantasiosos «Causa» de AMLO, ahora esos mismos trabajadores son presa de un silencio culpable que no les permite reconocer que fueron obligados a traicionar su ética personal. ¿Cómo explicar este nocivo comportamiento social y colectivo que combina transgresión, vergüenza, humillación y luego silencio cómplice?

No es la primera vez en la historia de la humanidad que un pueblo se confunde con un gobernante y se deja llevar por un camino que conduce a su propia destrucción. Pero es la primera vez que sucede en México. Siempre hay una primera vez para todo.

Así fue con el pueblo alemán bajo Hitler. Hipnotizados por su oferta de un futuro lleno de gloria y victoria que les garantizaba una superioridad moral y racial sobre el resto del mundo, se lanzaron a una guerra cruel que significó holocausto, sufrimiento y muerte para millones. Después de la guerra y la derrota no fueron capaces de reconocer lo que habían apoyado y avalado, desconociendo los campos de concentración y la devastación mundial. Les tomó décadas aceptar su historia.

Lo mismo le está pasando hoy al pueblo ruso, que consiente y acepta las consecuencias de la fantasía de Putin de “restaurar el Gran Imperio Ruso”. Muchos siguen apoyando al líder y aceptan el establecimiento progresivo y acelerado de un régimen autocrático, cleptocrático y dictatorial, junto con la masacre del pueblo ucraniano, con base en la supuesta “justificación histórica” de esa fantasía.

Las fantasías de grandeza de algunos líderes llevan a su pueblo a la bancarrota moral ya la destrucción de los cimientos de su prosperidad y progreso presente y futuro. México corre ese riesgo. Lo que se expone en el Rey del Dinero es, sin proponérselo, la descripción de un pueblo como el alemán o el ruso, llevado a creer en la fantasía de un futuro brillante que le ofrece el perverso líder, y está a punto de tirarse por la borda. el acantilado en silencio. , subordinado y sometido, después de haber sido cómplice en la construcción de un presente autoritario. ¿Por qué está en silencio? Es la pregunta que debemos hacernos.

La crítica del libro se ha centrado en dos aspectos. Uno, sobre la autora y sus “intenciones” al escribir el libro, por ser mujer y expareja de un relevante funcionario moreno. Y segundo, por falta de fuentes documentales. ¡Pruebas! exigen en voz alta. Eso sí, el chiste se cuenta solo: es un libro sobre el modo de operar precisamente con dinero en efectivo para que no haya rastro documental a seguir. Es un sistema ingenioso y cínico creado para engañar a la gente y ocultar la deshonestidad de sus cerebros.

La primera crítica, por ser mujer y pareja despechada (algo de lo que no somos conscientes) no merece comentario. No es sorprendente, pero es humilde llevar la discusión a ese nivel. Pero el reino de Moreno está lleno de bajezas.

En cuanto a la falta de documentación, es evidente. Es un mecanismo diseñado sin huellas de papel. La pregunta de fondo en un principio es: ¿de qué vivieron AMLO y su familia durante 18 años, haciendo campaña y trasladando equipos de trabajo por toda la República?

Este libro lo explica. Vivía del dinero extraído de dos fuentes principales: dinero de las prerrogativas legales del PRD como partido político registrado. De ahí el testimonio de Guadalupe Acosta Naranjo, cuando explica todos los recursos partidistas que entregó a AMLO siendo presidente nacional del PRD. Guadalupe le entregó dinero legalmente recibido por el partido, pero sin saber su destino. Error de Guadalupe.

El origen del resto del dinero, sin duda la mayoría de los recursos obtenidos, es la clave de la discusión del libro. Porque se ha demostrado, desde 2013, que las asociaciones Honestidad Valiente y Austeridad Republicana fueron las concentradoras de miles de millones de pesos en efectivo.

Tanto es así que llegó un momento en que, como respuesta a la normativa bancaria sobre depósitos en efectivo, los bancos comenzaron a rechazar los depósitos quincenales de tanto efectivo cuyos operadores no podían acreditar su legal procedencia. Los bancos cancelaron las cuentas de ambas asociaciones, como denunció y demostró el PRI en 2013.

Es un sistema creado para engañar y poder, inmediatamente después, esgrimir el argumento de la “honestidad valiente” cuando eso es precisamente lo que le falta.

Durante el sexenio de AMLO al frente del Gobierno de la Ciudad de México, el mecanismo original para recaudar fondos para la “Causa” fue el aporte obligatorio de todos los servidores públicos de la estructura de donar quincenalmente el 10% de su salario, para evitar ser encendido. Estas cuentas han perseguido a los funcionarios de esa época. Algunos lo hicieron convencidos del propósito, otros por necesidad, y aún otros con amargura e ira.

Pero todos sabían que estaban cometiendo un acto fuera de su ética y de las normas morales de la sociedad. Hicieron un acto que los avergonzó y los avergüenza hasta el día de hoy, lo que explica que no se atrevieran, años atrás, a denunciar lo que hicieron. No era necesariamente ilegal, pero era inmoral.

Fue tan vergonzoso como haber sido violada y no se atreven a denunciarlo, por vergüenza. miedo, humillación. Porque si se atrevieran a denunciar esos hechos, de aquellos tiempos, entonces, y solo entonces, el pueblo de México entendería cómo es que AMLO llegó a manejar cantidades exorbitantes de dinero. Y cómo llegó a la Presidencia: alegando honestidad valiente y siendo un ladrón sin la menor culpa de sus actos, cercano a la psicopatía. Tenía fondos que no eran solo dinero de funcionarios públicos convertidos en esclavos.

También desvió dinero de cuentas de ahorro de policías y otros fideicomisos gubernamentales. Cuando la autora explica cómo Ebrard convirtió el Metro en caja chica para AMLO, y seguramente para él mismo, simplemente está explicando el sistema creado por AMLO años antes y que se fue institucionalizando con el tiempo. Están Delfina, los hermanos de AMLO, sus hijos en Texas, Bejarano, Imaz y un largo etcétera. Todos son parte de un sistema de recolección de dinero ilegal de los fondos públicos, donde una parte se queda en el bolsillo del receptor y el resto apoya a la «Causa».

Han vivido tantos años extorsionando de la ubre del presupuesto público que no pueden imaginar otra cosa. Así, estamos presenciando cómo los tapones de botellas hoy en día realizan campañas extraordinariamente costosas con recursos públicos, al mismo tiempo que se apoderan de propiedades y empresas en particular. Hoy controlan los órganos de control, lo que permite un verdadero asalto al erario público con fines políticos y personales.

De ahí, también, la necesidad de contar con la complicidad de las Fuerzas Armadas. La consigna parece ser: manos en la caja registradora. La inclusión del Ejército es uno de los fenómenos más trágicos de este proceso, porque brinda fuerza armada para la continuidad del proceso corruptor y destruye la imagen positiva de la institución castrense.

Estamos verificando lo anterior diariamente con el Truco de guacamayos.

Es el mismo método que utiliza AMLO para involucrar al PRI en el esquema criminal, a través de la complicidad y coparticipación en el despojo del erario público. Entre el crimen organizado aliado a AMLO y Morena, la inclusión del PRI y el Ejército en el festín de tomar el erario público como privado, lo que vive México es la corrupción moral del Estado.

Si a eso le sumamos la contratación de médicos cubanos como esclavos, se redondea perfectamente la deriva hacia un régimen cívico-militar basado en la imposición y la corrupción. Súmale el silencio cómplice de un pueblo asustado, humillado y avergonzado. Al igual que el pueblo alemán después de la Segunda Guerra Mundial o como el pueblo ruso hoy.

POR RICARDO PASCOE

ricardopascoe@gmail.com

@rpascoep

MAAZ

Continuar leyendo: Corrupción moral del Estado | El Heraldo de México

Salir de la versión móvil