Crisis energética pone a prueba determinación del G7 en materia climática

En cualquier caso, el canciller Olaf Scholz asegura que el G7 sigue comprometido con el acuerdo de París, que prevé limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados y lograr la neutralidad de carbono para 2050.

Se observará con detalle la declaración final del G7 de Elmau, en particular en lo que se refiere a un posible cuestionamiento por parte de Scholz del compromiso de no financiar más proyectos vinculados al gas o al carbón, y de un acuerdo destinado a descarbonizar ampliamente los sectores de la electricidad por 2035.

En un mundo donde el impacto de la crisis climática ya se está sintiendo, a través de inundaciones devastadoras o sequías destructivas, se espera que el G7 haga nuevas promesas de financiamiento, en particular para ayudar a los países más pobres.

Pero las posibilidades de un avance decisivo son escasas durante una cumbre marcada principalmente por la guerra en Ucrania.

«Elmau está ubicado en las montañas. Ciertamente no moveremos montañas. Pero podemos tomar decisiones importantes», dijo el canciller Scholz en la víspera del inicio de las discusiones.

«Antes de la guerra, había una clara intención, incluso por parte de Alemania, de obtener resultados concretos sobre la financiación climática, pero ese ya no parece ser el caso hoy», lamenta Susanne Droege.

«Promesas vacias»

Los activistas climáticos señalan la subida vertiginosa de los precios de la energía y el abandono gradual del petróleo, el carbón y el gas rusos, a los que se ha comprometido el G7, como una oportunidad única para acelerar el desarrollo de las energías renovables.

Pero mientras tanto, Alemania, Italia, Holanda y Austria están volviendo a los combustibles fósiles para llenar ese vacío.

Aún así, se necesitan señales fuertes antes de la cumbre climática de la ONU COP 27, organizada en Egipto en noviembre, dicen las partes interesadas del clima.

El canciller Scholz quiere lanzar un «club climático» que reúna a los países que aceptarían reglas comunes para evitar desventajas competitivas, por ejemplo, acordando reglas de fijación de precios del carbono o sobre el uso de hidrógeno verde.

El G7 también debería reafirmar la necesidad de una inversión pública y privada significativa en infraestructura de energía limpia en los países en desarrollo.

Las naciones ricas prometieron destinar 100 mil millones de dólares al año a partir de 2020 para ayudar a estos países a adaptarse al cambio climático, pero esta promesa no se ha cumplido.

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