Que me disculpe el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero la verdad es que alguien lo ha informado mal, o él mismo no quiere saberlo.
Las protestas por la muerte de periodistas en México se suceden desde hace al menos una década, dentro y fuera del país.
Y no señor Presidente, no es una maniobra contra usted, aunque puede ser aprovechada por sus adversarios, pero la verdad es que antes de que usted llegara al poder, los periodistas ya estábamos protestando por la situación de inseguridad, la nuestra y la de un sociedad desamparada.
Colegas cercanos a usted o al que es hoy su gobierno, fueron parte fundamental de las manifestaciones de protesta. Desde Epigmenio Ibarra hasta Jenaro Villamil o Elia Baltazar, participaron e incluso lideraron grupos como la Red de Periodistas de a Pie convocaron protestas por la muerte de periodistas, como la del 7 de agosto de 2010. Fue cuando Epigmenio pasó de grupo al grupo, cámara al hombro y preguntó «¿y ahora qué sigue?»
Claro, señor presidente, era otro régimen, otro gobierno. Era de Felipe Calderón, y el problema venía desde hace años, aunque no al nivel que viene acumulando desde entonces.
Y hace cinco años, en otra marcha, se pudo ver a Villamil cuando exigía “justicia”, megáfono en mano y al lado de Denisse Dresser. El presidente era Enrique Peña Nieto.
Hace 12 años los carteles indicaban 67 periodistas asesinados desde el 2000 por motivos relacionados con su trabajo. Hoy son más del triple.
Y entonces Presidente, el caso es que, bajo los gobiernos reaccionarios, fifi, neoliberales, hubo muertos y no responsables. Y durante el actual gobierno, humanista y progresista, la situación es la misma.
Y señor Presidente, usted sabe que el verdadero problema es que los asesinatos de periodistas son solo la punta del iceberg, la señal de los problemas en una sociedad que tiene más muertes por delincuencia que las registradas en algunos países oficialmente en guerra. La situación era mala hace 5, 10 o 15 años y es mala ahora.
Se puede entender que el Presidente reaccione negativamente a una carta de 177 periodistas que es literalmente un reclamo por su retórica, y que la personaliza. Después de todo, se le considera hipersensible a las críticas.
Pero el gobernante también debe entender la preocupación: en 1984, el periodista asesinado era Manuel Buendía, un formidable columnista político, relevante, sobre todo, para la clase política; en 2022 el ataque fue contra Ciro Gómez Leyva, figura pública por su trabajo en televisión y radio.
El mensaje en torno a Buendía fue duro. El relacionado con Gómez Leyva es grave, no porque sea él -desde aquí expreso mi solidaridad y pésame-, sino porque al lanzarse impunemente contra una de las figuras importantes, anuncian que podrán hacer lo que quieran. quieren contra los menos prominentes y la sociedad misma sin ninguna preocupación.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
CAMARADA
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