El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, celebra este lunes 100 días en el poderal inicio del gobierno más turbulento de la historia reciente del país, debido al intento de golpe de Estado perpetrado por militantes de extrema derecha.
La violenta invasión de la mafia de Bolsonaro el 8 de enero no solo provocó cuantiosos daños en las sedes de los tres poderes de la República, sino que obligó al nuevo gobierno, una semana después de asumir el poder, a cambia tus prioridades concentrar sus esfuerzos en disipar posibles nuevas amenazas a la democracia.
Lula tuvo que pasar varias semanas prestando toda su atención a la dirección de las Fuerzas Armadas y otras fuerzas de seguridad, para insistir en «despolitizar» los cuadros de mando.
Reemplazó a algunos comandantes demasiado cercanos a su antecesor Jair Bolsonaro, incluido el ahora excomandante del Ejército, general Júlio César Arruda.
Desde entonces, el nuevo presidente ha multiplicado sus encuentros con la cúpula militar y se ha prodigado en actos militares, con el objetivo de recuperar una normalidad institucional que fue dinamitada en los cuatro años de hegemonía de la ultraderecha.
programas sociales
La incipiente desbolsonización de las instituciones, proceso que aún puede extenderse, ha ido de la mano de la «obsesión» de Lula -según sus propias palabras- por reanudar las políticas sociales que en el pasado incidieron en la reducción de la pobreza y que fueron enterrados por Jair Bolsonaro.
Entre otros, recuperó la Bolsa Família, el principal programa de subsidio a los pobres, o el programa de vivienda popular Mi Casa Mi Vida.
Su manejo de gestos también impregnó a los grupos sociales más maltratados por la extrema derecha, como las mujeres, las minorías sexuales y racialesespecialmente hacia los indígenas, a quienes dedicó por primera vez un ministerio.
Entre los gestos, designó a 11 mujeres para liderar un total de 38 ministerios, la mayor proporción de ministras en la historia de Brasil.
La política exterior
Otro de los grandes virajes de Lula ha ocurrido en política exterior, en el que ha tenido una agenda agitadaen contraste con el aislamiento de su predecesor.
En estos 100 días viajó a Argentina, para la cumbre de la CELAC; a Uruguay y Estados Unidos, y por enfermedad tuvo que posponer un viaje a China y Emiratos Árabes Unidos, que realizará la próxima semana.
También ha reactivado relaciones con Venezuelasuspendido por Bolsonaro, y se ha reincorporado a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), de la que Brasil se había separado en 2019.
Gran parte de la política exterior de Lula se ha centrado en volver a promover acuerdos internacionales destinados a proteger la selva amazónica, especialmente tras la reactivación del Fondo Amazonía, financiado por Noruega y Alemania y al que podrían sumarse otros países.
La economía
Lula ha anunciado que a partir de ahora su atención estará totalmente centrada en la economía, un sector que por el momento Ha generado más dolores de cabeza que avances.
Los roces del Gobierno con el Banco Central han sido constantes, por el alto nivel de las tasas de interés (13,75%), que han logrado frenar la inflación, pero como efecto colateral Han frenado el crecimiento y el mercado laboral.
Pero el ente emisor, que tiene plena autonomía, por el momento no ha cedido a las constantes presiones que han venido del propio Lula y de su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, y se ha negado a moderar las tasas debido a los temores de una posible falta de control de precios.
El Gobierno ha conseguido presentar un proyecto para establecer unas nuevas reglas fiscalesque prevén un techo de gasto más flexible, pero su aprobación dependerá del Congreso Nacional.
Estas reglas fiscales, que serán necesarias para poder aumentar el gasto en programas sociales, estarán también ligadas a una futura reforma fiscal de gran calado que prepara el Gobierno y que también tendrá que pasar por un proceso aún incierto en la Legislatura.
Agencia EFE
pb