Los agentes fronterizos estadounidenses que detuvieron a ese grupo de ciudadanos indios que acababan de cruzar la frontera desde México no entendieron del todo su historia porque afirmaron que habían llegado a México desde Polonia, donde habían volado desde la India después de pagar decenas de miles de dólares por una visa Schengen. Se hicieron pasar por un grupo de técnicos que trabajaban en películas de Bollywood.
Las fronteras de la mayoría de los países de la Unión Europea están abiertas entre ellos. Y los externos se gestionan en parte de forma conjunta. Este espacio interior de libre circulación se denomina ‘Área Schengen’, en honor a la ciudad de Luxemburgo donde se fraguó el pacto que lo puso en marcha.
Por tanto, cuando un consulado de un país europeo concede un visado, se trata de un visado ‘Schengen’ y es válido para circular por ese espacio.
Esa ventaja que la Unión Europea da a sus residentes fue aprovechado por funcionarios polacos para conseguir oro. Aunque su gobierno es uno de los que mantiene una política y una retórica más dura en materia de inmigración, decidieron que Podrían hacer una fortuna vendiendo esas visas, generalmente por $5,000, pero en algunos casos hasta $40,000.
Negocios turbios en África, Asia y Europa del Este
Así, desde 2021, cuando lanzaron el sistema corrupto, han vendido más de 250.000 visas por miles o decenas de miles de dólares cada una. El grupo de indios que llegó a Estados Unidos utilizó una de esas visas de entradas múltiples para volar de Polonia a México (que no pide visa a los polacos) y desde allí intentar cruzar la frontera estadounidense.
Los visados se vendieron principalmente en los consulados africanos, pero también en los de Mumbai, Riad, Islamabad, Nueva Delhi, Bangkok, Singapur, Hong Kong, Manila, Taipei o Dar-es Salam. Algunos en países supuestamente enemigos como Bielorrusia..
El gobierno polaco reaccionó el pasado viernes cancelando los contratos que tenía con empresas que tramitaban la concesión de visados, pero sobre todo destituyendo al jefe del departamento jurídico de la Cancillería (Jakub Osajda) y al vicecanciller y responsable de asuntos consulares. (Piotr Wawrzyk). .
El Gobierno también acusa al excanciller y ahora eurodiputado Radoslaw Sikorski, que dejó la Cancillería en 2014, siete años antes de que comenzara a operar el negocio ilegal de venta de visados. Hay siete más procesados por el escándalo y tres detenidos.
Escándalo político
Él El escándalo tiene dos graves repercusiones políticas para el gobierno polacoque acudirá a las urnas el 15 de octubre con una ventaja muy estrecha sobre la oposición proeuropea encabezada por el ex primer ministro y ex presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
El PiS, el partido ultranacionalista gobernante, siempre esgrimió como un éxito su durísima ley de inmigración y su negativa a participar en cualquier distribución de refugiados en Europa, incluso si esto le costó violaciones de la ley europea y multas.
El partido gobernante quería que en las elecciones sólo se hablara de inmigración, por lo que convocó, el mismo día de las elecciones legislativas, referéndum sobre la política migratoria europea. Ahora intenta sobre todo no hablar de inmigración.

El primer ministro Mateusz Morawiecki afirmó el viernes que “no hay problema de inmigrantes ilegales en Polonia” y acusó a Tusk de intentar explotar el escándalo para “crear una falsa realidad” que lo pondría a cargo del gobierno.
Morawiecki dice que son sólo “unos cientos de visas”, Pero estos son sólo los casos comprobados y el número es mucho mayor, tanto que los países vecinos se preguntan desde hace algún tiempo de dónde proceden tantos inmigrantes con visados Schengen concedidos por Polonia.
Choque con Alemania
El segundo impacto es con su vecina Alemania, destino final de muchos de esos inmigrantes que llegan con visados Schengen polacos a los que en principio no tenían derecho y a los que consiguieron pagar sobornos.
El Gobierno alemán explicó este lunes que estudia imponer controles de movimiento en su frontera con Polonia, lo que perjudicaría a las decenas de miles de polacos que se desplazan a diario entre ambos países por motivos laborales.
El gobierno polaco reaccionó furiosamente. El canciller Zbigniew Rau dijo que la idea alemana «es un intento de interferir en los asuntos internos del Estado polaco y en la actual campaña electoral en Polonia».
Rau dijo que el primer ministro alemán, Olaf Scholz, debe “respetar la soberanía polaca y evitar declaraciones que dañen las relaciones mutuas”. Pero Scholz puede alegar este escándalo para imponer controles, que luego deberán ser validados por la Comisión Europea. Francia lo hace con Italia y España, supuestamente por la amenaza terrorista, pero a nadie en Bruselas, Madrid y Roma se le escapa que lo hace para controlar los flujos migratorios.
La Comisión Europea ni siquiera esperó hasta el lunes y el pasado fin de semana ya envió a Polonia una carta con una lista de preguntas sobre la ampliación del sistema de venta de visados a cambio de sobornos.