La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que las drogas ilegales, además de tener consecuencias nocivas para la salud, también afectan el entorno social, ya que representan una pesada carga económica, tanto para los usuarios como para sus familias.
«El gobierno se ha olvidado de nosotros. Nos dejan sin hogar, o enfermos en casa o en la calle, así que no tenemos más remedio que apoyarnos unos a otros», dice a Yassir Abdalah, un ex adicto en Malindi, una ciudad costera en Malí. Kenia, donde se registran unas 3.000 personas adictas a la heroína, la ONU estima que para 2030 el número de consumidores de drogas en África aumentará un 40%.
En ese continente, los drogadictos a menudo enfrentan discriminación y falta de apoyo, lo que dificulta la recuperación. «Por lo general, estas personas necesitan atención y tratamiento urgentes», dice Richard Opare, especialista en tratamiento de adicciones en Accra, la capital de Ghana.
«Cuando van a los centros de rehabilitación, muchos adictos llegan sin estar preparados para la rehabilitación», explica Opare, quien fue adicto. Luego se realiza una prueba para averiguar qué sustancias utilizan. Luego de eso, un terapeuta dirige una entrevista para determinar qué tan severa es la adicción. Finalmente, la persona inicia una desintoxicación dirigida por personal médico, con el fin de asegurar que recupere su salud.
La ONU estima que para 2030 el número de consumidores de drogas en África aumentará un 40%.
Tráfico de heroína y cocaína
La ciudad de Malindi, mejor conocida por sus playas de arena blanca y los turistas italianos, tiene una de las cifras más altas de adictos a la heroína en Kenia. Los narcotraficantes la utilizan, como la mayoría de las ciudades costeras de África, como punto de tránsito para las drogas que transportan desde Afganistán hacia Occidente.
Según estudios de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la droga ilícita más consumida en el continente africano es el cannabis. La segunda clase de drogas de la que más se abusa en África son los estimulantes de tipo anfetamínico, que incluyen la MDMA («éxtasis») y la metanfetamina. También hay muchas personas que se inyectan drogas, pero su uso está disminuyendo debido al peligro de transmisión de virus como el VIH y las hepatitis B y C. En África occidental, Guinea-Bissau se considera un eje importante del tráfico internacional de drogas, especialmente la cocaína.
La pandemia y el abuso de sustancias
Según los expertos, la pandemia, el desempleo, el alto costo de vida y la falta de perspectiva han creado «una tormenta perfecta» que favorece el uso y abuso de drogas en África. Alphonse Maina, voluntario del Proyecto Omari, un centro comunitario de rehabilitación en Malindi, dijo a que «en Malindi, si no se inyectan heroína, mastican khat, fuman marihuana o cigarrillos».
Según observadores como Maina, el consumo de drogas debe ser tratado como una enfermedad, un problema de salud y no como un delito. Además, insta a luchar contra la estigmatización y brindar atención médica gratuita a todo aquel que la necesite.
«Si te arrestan con una pequeña porción de heroína o cocaína para uso personal, vas a la cárcel por 15 años», dice Wamala Twaibu de Uganda Harm Reduction Network. Su iniciativa ha sido criticada por ofrecer apoyo legal a los detenidos por inyectarse drogas como la heroína. “La ley no es justa. Y lo que está sucediendo es que las fuerzas del orden están usando la ley para extorsionar a estas comunidades que ya están en desventaja”.
(pc/ers)
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