El papel que juegan las percepciones y expectativas en la política, en cualquier país del mundo, es incuestionable. Y es que, si bien es cierto que en las recientes elecciones intermedias estadounidenses -en rigor-, se aprecia un avance de los republicanos, al haber retomado el control del Cámara de los Representantes, lo cierto es que la imagen que trascendió es la impresión de un buen resultado para los demócratas.
¿Por qué? Sencillo, porque dado el panorama económico de los estragos pospandemia, el fenómeno de la inflación, y los antecedentes sobre el desempeño del oficialismo en los intermedios del vecino país, lo que se esperaba era una verdadera «ola roja» con un claro dominio de Partido Republicano, y no fue así; Es decir, el mero hecho de haberse defendido en las urnas, y de tener un resultado muy equilibrado entre los dos partidos, ha dado la oportunidad de Biden y su partido para mostrar gracia y recuperar nuevas energías para proyectarse con buenas perspectivas de éxito de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
La realidad sociopolítica de esta nación sigue obstinadamente dividida en dos mitades casi iguales, en prácticamente todo: la Cámara, el Senado, las gobernaciones, las posiciones de la población en los temas más controvertidos, y por tanto, en cuanto a los niveles de aprobación hacia las figuras caciques. de ambos lados.
Incluso perdiendo, ganó Biden, porque perdió por muy poco, porque los demócratas competían cabeza a cabeza con los republicanos. De hecho, al actual presidente le ha ido mejor en estas elecciones que a Obama en su caso; e incluso, haciendo un breve recuento de la historia política contemporánea, los demócratas pueden vender que su presidente ha perdido la menor proporción de escaños en la Cámara de Representantes de cualquier presidente surgido de su partido en los últimos 40 años, al igual que el
mejor balance de las elecciones intermedias para gobernadores desde 1986.
Si las elecciones presidenciales fueran hoy, y compitieran de nuevo Biden contra Trump, por un estrecho margen pero Biden volvería a triunfar sobre Trump, a pesar del desgaste natural que produce el ejercicio del poder, y en condiciones tan adversas. Sin embargo, todavía queda mucho tiempo antes de las elecciones y, obviamente, cualquier cosa puede pasar. En todas las encuestas recientes en los EE. UU., los índices de desaprobación presidencial superan con creces los índices de aprobación; y el presidente Biden está a punto de cumplir 80 años.
Y aunque la marca Trump tampoco pasa por el mejor momento, empiezan a aparecer nuevos perfiles con interesantes características que podrían meterse en la pelea. De manera destacada: el gobernador de Florida, de 44 años, y que logró ser avalado para su segundo mandato, Ron DeSantis. El destino político de la nación más poderosa del mundo está abierto de par en par. De momento, nada para nadie.
POR JESÚS ÁNGEL DUARTE
COLABORADOR
@DUARTE_TELLEZ
MAÍZ
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