El City se corona como rey de Europa y caza el triplete

Sudó pero lo logró. Picó piedra como nunca antes pero salió adelante. Sufrió pero ganó. El Manchester City se coronó justamente en Estambul con la primera Champions de su historia al completar un sensacional triplete. Como en 2009 con el Barça, Josep Guardiola llevó a su equipo a la victoria en las tres máximas competiciones. El que más le ha costado, este sábado ante un Inter aguerrido. No será un partido para los amantes del fútbol para repetir una y otra vez, todo lo contrario, pero sí será un encuentro inolvidable para un equipo que ha hecho del buen juego su seña de identidad. En la final no pudo ponerlo en práctica como le hubiera gustado, pero un fogonazo del español Rodrigo en la segunda mitad le ayudó a pisar el pináculo que le faltaba. Nadie puede discutir con el City como el actual rey del fútbol, ​​como el jefe a observar y admirar. Aunque en la final le tocó remar, pelear y hasta pedir la hora. Así se gana también.

El equipo británico aparecía como claro favorito. Lo asumió Guardiola y también Simone Inzaghi, encantado con la etiqueta encubierta con la que vive el fútbol italiano desde la antigüedad, especialista en encontrar antídotos para cualquier fórmula magisterial.

aburrido

El Inter logró cortocircuitar la creatividad del City, que perdió a De Bruyne por lesión

El de Inzaghi, adelantar la presión más de lo esperado, no encerrarse atrás para no sentir un posible agobio de principio a fin y jugar con el tiempo. Es decir, si pudieras ir poco a poco mejor que rápido. Si hay paradas, ideal. Si no hay ritmo, miel en copos. Este planteamiento del conjunto lombardo sorprendió a un City que entraba en harina con los nervios de quien siente la responsabilidad.

A veces lo más difícil es hacer algo por primera vez y el equipo de Guardiola buscaba abrir su vitrina en lo que a Champions se refiere. Quizá por ello, sólo un hercúleo Rubén Dias estuvo impecable a la hora de recortar mientras el portero Ederson titubeaba y Rodrigo, en definitiva el protagonista, no terminaba de tomar las riendas del mediocampo.

Entre que el Inter neutralizaba los espacios en modo acordeón y que el City temía cometer algún error fatal, el partido transcurría en una nada ofensiva. Sólo de vez en cuando la noche de Estambul estaba salpicada de alguna pincelada aislada. Como un tiro envenenado de Bernardo Silva que pasó cerca de la escuadra. Sin embargo, la única oportunidad real llegó alrededor de la media hora cuando De Bruyne activó el interruptor y activó a Haland, quien hasta entonces había sido solo una amenaza latente. El duro disparo del noruego lo desbarató, ojo, Onana.

Parecía que el partido estaba en marcha pero De Bruyne, tras un largo intento, se lesionó el muslo derecho. Intentó continuar pero fracasó. Al igual que hace dos años, el belga tuvo que abandonar antes de tiempo la final de la Champions por un percance físico.

Un duro golpe para los intereses del equipo de Guardiola que perdió su mayor foco creativo y el principal alimentador de balones de Haland. Foden se fue y el juego no cambió mucho.

el otro protagonista

Ederson evitó el empate del equipo italiano en el tramo final

El Inter, que es cierto que apenas generaba peligro, obligaba al City a masticar tierra. Nada que ver con el furor del partido de semifinales en el que los ingleses pasaron por encima del Madrid con buen fútbol rock and roll.

Aquí el baile fue diferente, de distancias cortas y muchas rupturas y desgarros porque el árbitro permitió el contacto.

Guardiola tuvo trabajo para el intermedio. El de Santpedor tuvo que sacudir el árbol de su equipo porque no veía por ningún lado la teórica superioridad del City.

Sin embargo, el paso por los vestuarios no activó las ideas del conjunto celeste, cada vez menos clarividente con el balón. Solo Stones con sus arranques generaba superioridades. Mientras tanto, el Inter seguía alimentando su fe y Lautaro Martínez estuvo cerca de aprovechar un desencuentro entre Bernardo Silva y Akanji. Ederson tuvo que aparecer con el cuerpo para tapar el remate del argentino. Ni siquiera la lesión de Dzeko, que dio paso a Lukaku, pareció preocupar al Inter.

El partido estaba en el umbral, como querían los italianos, pero el que dio el golpe fue el City. En una incursión por la derecha, Akanji filtró un balón hacia Bernardo Silva, cuyo centro se fue al corazón del área. De ahí salió Rodrigo para conectar un tiro inapelable, que liberó al City y su parroquia.

Eso sí, el gol aún no había sido digerido ya que el Inter estuvo a punto de igualar con un cabezazo parabólico de Dimarco que pegó en el larguero.

Por fin la fiesta se agitó. Por fin el espectáculo iba creciendo y Lukaku también ponía a prueba a Ederson. En la otra área Foden despilfarró la sentencia con un disparo demasiado centrado, aunque lo paró un cabezazo de Lukaku que el portero ciudadano despidió. Ahí fue donde el Inter tuvo el empate. Pero no vino. La historia abraza a la ciudad.


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