El próximo 2 de febrero es un día muy especial para la política mexicana y en especial para algunos políticos de la Ciudad de México. Pongámoslo en una dimensión interesante. Bill Murray En una de sus mejores actuaciones, es el protagonista de la película «El día de la marmota» una película de género de comedia fantástica dirigida por Harold Ramis en 1993, cuyo mensaje se basa en la redención y el descubrimiento del sentido de la vida de una persona. La espiritualidad y el círculo que parece repetir día a día -una y otra vez lo mismo- desde el principio hicieron de esta película una de las grandes películas y ejemplos de vida.
Me refiero a esta película ya que no pude encontrar un mejor ejemplo para exponer lo que ha estado pasando durante 30 años en la política mexicana.
Observa los hechos que ocurrieron -y cómo se desarrolló la historia- en el Alcaldía Cuauhtémoc esta semana creo esta sensacion entre risas y verguenza que me recordo a la pelicula en la que en un momento de la historia el protagonista se da cuenta que haga lo que haga, empezara de cero al dia siguiente y por lo tanto comete una serie de actos absolutamente vergonzosos que terminan hasta absorber al espectador en una risa negra o nerviosa para empatizar moderadamente con la película. Ciertamente, estos actos son llamativos, pero en el fondo establecen un evidente e incómodo vacío que necesariamente debemos compartir en estas líneas.
sandra cuevasuna mujer con una notoria extracción del barrio -con todas las características positivas que se pueden encontrar- luchando y construyendo una narrativa casi en vivo a través del uso de las redes sociales, cámaras y teléfonos portátiles, afirmando que la democracia había muerto en la ciudad por una operativo realizado por la contraloría de la Ciudad de México al encontrar miles de volantes y pancartas en una oficina con contenidos críticos al gobernante de la capital del país.
Por supuesto, ese panfleto desató una operación desproporcionada y absurda en la que más de 300 «no granaderos» se vieron envueltos en un gran disparate de Omar García Harfuch y sus elementos de seguridad de la CDMX.
Se evidencia el conflicto político con la alcaldía por el dolor que le causó la derrota del partido en el gobierno en 2021 y la manera muy primitiva de defenderse del actual alcalde. Un día pavimentó las principales avenidas «reemplazando» al gobierno central en sus funciones pero al mismo tiempo abandonó toda la pavimentación de barrios como La Obrera o Tránsito que parecen bombardeados o en estado de guerra, como las calles de la Roma o barrios de Buenos Aires. Aires, que realiza acciones de limpieza social en el jardín de San Fernando (Guerrero esquina México-Tenochtitlán), que promueve actos ilegales con los comerciantes y exprime a través de la gente de Ricardo Monreal todo el efectivo posible que implica más de 4 millones de pesos semanales.
Antes ya se había visto involucrada en otra escandalosa polémica por actos de secuestro y violencia contra un elemento de seguridad del gobierno que le habría valido una pena de prisión, sin embargo fue indultada; Por si fuera poco de ella, en otra ocasión se la vio lanzando pelotas con dinero pegado a ella, en un profundo alarde de embriaguez de poder.
Pero volviendo al hecho, hace unos días, al término del operativo en la alcaldía Cuauhtémoc, se armó una arenga política disfrazada de conferencia de prensa en las escalinatas de la alcaldía donde Lía Limón y Santiago Taboada (???) se unieron, buscando evidentemente reflectores, ya que no podíamos entender la lógica del gobierno, ni lo que proponían, ni lo que perseguían, ya que cada uno en una especie de monólogo o confesión clerical, expresaba ideas sin conexión, lógica, fundamento o común sentido, con la única orden de atacar al que hoy es un candidato presidencial muy avanzado.
Por eso me refiero a la película “El día de la marmota”, porque precisamente en una especie de tragicomedia, la política en México parece no avanzar y todos los días nos despertamos en el mismo lugar -conceptual e ideológicamente-, con diferentes versiones de elencos. y espectáculos sin ninguna consecuencia o evolución real, lo cual es realmente trágico y preocupante.
Años atrás fueron las camisetas hawaianas y los notorios excesos del último jefe departamental de la ciudad Óscar Espinosa Villareal, las ligas con fajos de dinero de René Bejarano, los errores y excesos de Miguel Ángel Mancera, Héctor Serrano y sus secuaces, como ahora. Sandra Cuevas, Lía Limón o Santiago Taboada, que por cierto de los 16 alcaldes de la CDMX es el que mejor ha venido haciendo, y como diría el famoso Juan Gabriel, pero que necesidad, en fin.
En general, las ocurrencias y el egocentrismo fuera de la realidad revelan los vacíos que cada uno enfrenta en su propia vida, pero en el caso de Sandra Cuevas incluso lo manifiesta expresa y literalmente a través de afirmaciones como que “le va bien”. para romper la madre a claudia sheinbaum”, o preguntando “¿quién es Andrés Manuel López Obrador con todo respeto” si ella no ha estudiado nada teniendo dos maestrías y es estudiante de doctorado habiendo estudiado en diez países, lo que revela más que talento y capacidad de gobernar, una profunda inseguridad.
Finalmente, actitudes y expresiones como las de Sandra Cuevas hablan muy mal de la mayoría de la clase política en México, y que lamentable que estos cuadros sean los que tendremos por varios años y posiblemente en un futuro inmediato, ese es el Lo más preocupante, ya que por más títulos, maestrías y doctorados que se ostentan, el acercamiento al poder desde hace décadas no ha mejorado, por el contrario, se ha profundizado el deterioro y analfabetismo político a consecuencia de anteponer los intereses particulares y económicos a los auténticos. representación de la población y una verdadera gobernabilidad al llegar al poder.
Observemos con atención a los líderes nacionales y locales que son los verdaderos dueños de esas candidaturas que hemos sufrido y seguimos sufriendo, observemos como todos juntos -líderes, gobernantes y actores políticos- actuamos una y otra vez como el día de la marmota.
Aunque, por otro lado, parece que a los ciudadanos nos gusta llorar o reír con estas tragicomedias políticas, permitiendo que la historia se repita una y otra vez, incluso a costa de nuestras propias vidas.
Y no es una pregunta.
POR MARTA GUTIÉRREZ
ANALISTA DE COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ
MAÍZ
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