“No hay un solo chat, llamada, video, documento, foto, nada que demuestre ese supuesto nexo delictivo. ¿Y el dinero? No existe”, dijo el pasado lunes, en sus primeras alegaciones, el abogado de Genaro García LunaCésar de Castro.
Sergio Villarreal, El Grande, ha dicho que el exsecretario de Seguridad recibió millonarios sobornos; entre un millón y un millón y medio de dólares mensuales; que el y Arturo Beltrán Leyva Ellos dieron ese dinero. Acusaciones muy delicadas que deben ser confirmadas, más allá de dichos y palabras, con pruebas.
Tanto pasa –y lo que falta- en ese atolladero que amenaza con salpicar a muchos de este lado de la frontera y también en EE.UU., que es fácil perderse.
Ayer a las 3:48 de la tarde terminó de hablar el primer testigo de la Fiscalía. Día y medio de denuncias y señalamientos contra el exjefe de la Agencia Federal de Investigaciones. El Grande abrió una cloaca que no alcanza para hundir a García Luna, pero que sí requiere explicaciones.
Si los dichos van acompañados de pruebas, el exsecretario de Seguridad y sus allegados estarían embarrados. No solo García Luna habría recibido sobornos millonarios, sino que habría abierto las puertas de las instituciones del Estado mexicano a grupos del crimen organizado que tenían poder suficiente para controlarlos, tomar decisiones, ordenar y ejecutar operaciones.
Villarreal reveló que García Luna fue secuestrado por orden de Arturo Beltrán Leyva en una carretera de Cuernavaca, Morelos, en represalia porque la corporación que él comandaba (Policía Federal) «le pegaba más a su organización que a la de El Mayo. Esto lo hago para que vean que para mí no hay imposibles», dijo. Según los informes, el capo advirtió al ex funcionario y luego lo liberó.
También dijo que la familia Beltrán Leyva filtró información al Ejército para detener a su rival, el Rey Zambada, pero los milicianos vendieron esa información al capo de la droga y la operación se frustró. Luego vino otro operativo, donde sí arrestaron al hermano de Mayo; El Grande aseguró que en este nuevo operativo muchos narcotraficantes se disfrazaron de agentes de la ya extinta SIEDO (incluido él).
Nadie a estas alturas puede condenar a García Luna, cierto, pero tampoco podrían poner las manos en el fuego por él. Por supuesto, la palabra de un delincuente confeso, como El Grande, no goza de la mayor credibilidad, pero la caja de Pandora que se puede abrir a partir de su testimonio podría mover la línea de flotación de varios políticos de primer nivel en México y en nosotros.
No sabemos si García Luna, en efecto, formaba parte de la nómina del cártel de Sinaloa. Pero tampoco podemos garantizar que no lo sea. Es un hecho que este grupo criminal expandió sus tentáculos sin mucha resistencia durante el gobierno de Felipe Calderón. Sin embargo, más allá de la saliva, se requerirán pruebas. Si los hay, por la delicadeza de las acusaciones, García Luna terminará hundido y condenado a cadena perpetua. Pero si no, el costo, y ridículo, sería enorme. Apenas estamos en el día 3 del juicio.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN
LSN
Continuar leyendo: El lodazal del juicio | El Heraldo de México