¿El Tribunal Electoral sí se toca?

Los partidos políticos son instituciones profundamente autoritarias y opacas. Las democracias de todo el mundo sufren esta paradoja: los partidos, necesarios para que funcionen, son pequeñas monarquías, prácticamente irresponsables y que se valen de sí mismas.

Piénsese en los partidos políticos mexicanos, sean oficialistas u opositores, da igual: los dirigentes, sin consultar a su militancia y menos a la ciudadanía, controlan presupuestos multimillonarios, nombran a sus dirigentes mediante procesos turbios y reparten candidaturas (es decir, a nuestros potenciales gobernantes) con amplia discrecionalidad.

Por ley, los partidos deben tener órganos colegiados para tomar decisiones. Y si bien esto es cierto en la forma, en realidad es una farsa: los líderes imponen incondicionales para integrar dichas asambleas, para que siempre puedan hacer lo que quieran, incluso en contra de la voluntad de la mayoría. el PRI fue el maestro de este método en el Siglo XX, y en el XXI Morena alcanzó un nuevo nivel de simulación con encuestas espurias. Panque una vez tuvo cierta democracia interna, hace tiempo que imita estas prácticas.

Para los militantes que se quejan, los dirigentes tienen a su disposición castigos: desde vetarlos de candidaturas hasta expulsarlos. Esto no es exclusivo de México. En su libro titulado, precisamente, Partidos políticos, desde 1911 el sociólogo robert michelles Enunció su famosa “ley de hierro de la oligarquía”: cualquier organización, por democrática que sea inicialmente, con el tiempo se convertirá en un sistema dominado por élites.

Por estas razones, las democracias han creado instituciones para controlar los excesos partidistas. En México, uno de ellos es el Tribunal Electoral. Por ejemplo, si un partido comete ilegalidades o discrimina a las mujeres, sus miembros y ciudadanos pueden acudir al Tribunal, un órgano imperfecto pero independiente que puede corregir los abusos.

Sin embargo, esta semana todos los partidos (a excepción de Movimiento Ciudadano y algunos diputados decentes de otros partidos) pretenden votar una reforma constitucional para debilitar la Tribunal Electoral. Con esta iniciativa, los partidos serán juez y partido, mientras que los militantes y ciudadanos quedarán indefensos ante sus atropellos. Es un revés democrático.

De Morena y sus aliados no sorprenden, pero es hipócrita que las «oposiciones»PRI, PAN y PRD, quey se sumaron a la ola ciudadana para defender al INE, avalar este atropello. ¿Cómo podemos construir democracia con partidos que no son democráticos? ¿Cómo confiar en partidos que de forma oportunista marcharon en el Zócalo por la democracia, pero traicionan a sus instituciones de espaldas a la ciudadanía? No son tontos: son cínicos.

Líderes de la alianza: «Alito» Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, saben bien que esta reforma es antidemocrática; saben que es una traición a la ciudadanía, y aun así lo votarán junto al lopezobradorismo. No han entendido nada.

Millones de ciudadanos quieren una alternativa a este gobierno. Pero tampoco la oposición puede estirar la liga indefinidamente. Hay un punto en el que se acumulan los abusos y se quiebra la paciencia. Si PRI, PAN y PRD quieren nuestro voto, tienen que ganárselo, no con retórica vacía, sino con acciones concretas. Si la alianza nos traiciona, francamente da igual que gane Morena. México debe ser más grande que los mezquinos intereses de los partidos.

Guillermo Lerdo de Tejada Servitje

Colaborador

(@GuillermoLerdo)

MAÍZ

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