Pero “tenemos la oportunidad de poner fin a la emergencia de salud pública este año si hacemos lo que predicamos”, agregó.
La OMS ha criticado enfáticamente la «desigualdad» entre países ricos y pobres en cuanto al acceso a las vacunas, calificándola de «fracaso moral». En los países pobres, en promedio, menos del 10% de la población ha recibido solo la primera dosis.
Ryan indicó que si las vacunas y otros equipos médicos no se distribuyen equitativamente, la tragedia del virus, que ya ha causado más de 5,5 millones de muertes en todo el mundo, continuará.
“Lo que tenemos que hacer es llegar a niveles bajos de incidencia con niveles máximos de vacunación, para que nadie tenga que morir”, según Ryan.
“El punto más importante es este: son las muertes, son las hospitalizaciones, es la disrupción de nuestros sistemas sociales, económicos, políticos lo que está causando esta tragedia, no el virus”, según su juicio.
Ryan también ahondó en la polémica sobre si tratar o no el COVID-19 como algo endémico —como favorecen algunos países como España, para convivir con el problema— en lugar de una pandemia, que conlleva medidas especiales para frenar el contagio.
“La malaria endémica mata a cientos de miles de personas. El VIH es endémico. La violencia es endémica en los centros urbanos. Decir que algo es endémico no significa que algo sea bueno. Decir que algo es endémico es decir que está aquí para siempre», dijo Ryan.
Los expertos en salud pública advirtieron que es poco probable que el COVID-19 se elimine por completo y pronosticaron que probablemente seguirá matando personas, aunque en menor número, incluso si se vuelve endémico.
Otra panelista, Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, citó la «tremenda urgencia» de distribuir las vacunas de manera más equitativa y aumentar la producción.
Los recursos para combatir la pandemia, agregó Bucher, “están siendo acaparados por un pequeño número de corporaciones”.