“En Alemania la conciliación no es solo de palabra”

La madrileña Marta del Rosario Moreno dará la bienvenida el próximo 3 de junio a 21 nuevas maestras de infantil de España que se incorporarán a las filas de la Kita (abreviatura de Kindertagesstäte, que podría traducirse como ‘guardería’) de la ciudad de Fráncfort el próximo curso escolar. En el lugar, ella los hospedará voluntariamente, enseñándoles los conceptos básicos de lo que pueden necesitar en la ciudad. No es la primera vez que lo hace. Le gusta ayudar a romper el hielo para aquellos que como ella regresan a Alemania en busca de una mejor calidad de vida laboral. Lo hizo en noviembre de 2017, y desde entonces no ha dejado de reafirmar su decisión. Ahora tiene 29 años, un hijo de tres, Liam, un divorcio a sus espaldas y pocas intenciones de volver a esa España que en un momento decisivo de su vida le ofrecía pocas oportunidades laborales.

“Estudié Educación Infantil y al poco tiempo de terminar me gradué como maestra de primaria. Me opuse, no tenía suficiente puntuación. Tomé el DECA –Declaración Eclesiástica de Competencia Académica– para enseñar religión en colegios privados, y el C1 de inglés. Hasta que una amiga me habló de ir a trabajar a Alemania, donde había y sigue habiendo escasez de profesores”, cuenta desde un parque de Frankfurt, donde ha parado para atender la vanguardia , mientras su hijo Liam pregunta quién está llamando la atención de su madre. “Tengo mis dudas sobre si ella podría hacer esto –dice, refiriéndose a pasar tiempo de calidad con su hijo– estando en España, divorciada como estoy ahora. Creo que todo sería más complicado. Aquí la conciliación no es sólo de boca en boca”.

arta del Rosario Moreno, profesora madrileña de 29 años que vive en Frankfurt desde noviembre de 2017

Marta del Rosario Moreno, profesora madrileña de 29 años que vive en Frankfurt desde noviembre de 2017

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Fue seducida en primera instancia por un amigo de su carrera que la puso en contacto con Helmeca, una empresa dedicada a la integración de educadores al mercado laboral alemán. “Al principio no los tenía todos porque teníamos que pagar 3.500 euros y estudiar alemán durante seis meses, seis horas al día de lunes a viernes. Pero era un curso subvencionado por la UE para la movilidad de trabajadores en Europa y terminé pagando 800”. Acabó con un nivel de alemán nada desdeñable, un sueldo de poco más de 2.000 euros con jornada reducida y una vida cómoda y «sin cortarme económicamente para nada» en la capital financiera de Alemania.

Luis Martín, programador informático

“Es una sociedad algo cerrada”

Luis Martín, programador informático nacido en Sitges de madre alemana, vive actualmente en Estonia

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El de Luís Martín es un claro ejemplo de los caminos que puede abrir la formación dual –estudios que combinan parte en un centro educativo y parte en una empresa–, aunque estos acaban abriéndose fuera de España. ¿Es el suyo un caso de fuga de cerebros? Quizás sí, aunque buena parte de su predilección por el país germano ya estaba marcada desde la cuna: su madre es alemana y su bilingüismo, una gran ventaja a la hora de buscar oportunidades fuera de España.

Este informático de 22 años estudió una doble titulación en Alemania que combinaba Ciencias de la Computación y ADE. La misma empresa donde hizo las prácticas, a razón de 1.200 euros al mes desde el primer día, le ofreció luego quedarse. Así lo hizo, amplió su experiencia laboral y ahora acaba de ser contratado por una empresa griega para ocupar un puesto de programador de software en su división alemana, puesto para el que en España, y con su experiencia laboral -2,5 años- le pagan unos 28.500 euros al año, y por los que en Alemania cobran el doble, aunque saben que con el tiempo podrían llegar a ganar hasta 7.000 euros al mes.

Reciba entre 4 y 5 ofertas por semana de reclutadores de empresas alemanas

“Hay muchas ventajas de trabajar en Alemania. El salario es uno. Pero también hay contras. Es un país al que le gusta mucho la burocracia y si no eres alemán la sociedad te puede parecer un poco cerrada y te sientes mal recibido”, comenta. Además, la barrera del idioma, a su juicio, también influye: “En el día a día puedes desenvolverte con inglés, pero se recomienda una buena base de alemán para trabajar”. Su perfil también es muy demandado en un sector, el de la programación, que busca expandirse en España. “Recibo unas cuatro o cinco ofertas semanales de reclutadores que buscan personas con mi perfil; El hecho de saber alemán y español va en aumento”, explica desde la casa de sus padres en Sitges, donde se encuentra estos días de visita.

Además de programador informático, Luís Martín también es un nómada digital. Nació en Sitges, estudió en la Deutsche Schule Barcelona ya los 18 años se fue a estudiar a Alemania. Luego se fue a vivir a Estonia, un paraíso informático donde todo, excepto casarse y divorciarse, se puede hacer en línea. “Me encanta explorar nuevas culturas, está en mi ADN”, dice. Pero el clima es, sin duda, lo que más echa de menos de esta ajetreada vida nómada que lleva.

Pati Cavestany, ingeniera de 24 años

“Me siento valorado y bien pagado”

Pati Cavestany trabaja para Infineon, una empresa de semiconductores en Munich.

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“Son muy estrictos con los horarios de trabajo. Si es tu tiempo, te vas a casa y si haces horas extras, te compensan con horas de vacaciones o te pagan. Tengo 30 días de vacaciones y mi salario oscila entre 65.000 y 70.000 euros al año”. Estas son, a grandes rasgos, las ventajas que la barcelonesa Pati Cavestany enumera sobre los motivos por los que se ha quedado a trabajar en Alemania. Eso y el hecho de sentirse “valorado”, además de “bien pagado”.

Este joven ingeniero de 24 años tenía claro desde hacía tiempo que “tener experiencias laborales en el extranjero me enriquecería mucho”. Pero lo que quizás nunca se planteó seriamente fue trabajar fuera de España por tiempo indefinido. ¿Para siempre? El tiempo dirá. “Ahora mismo veo un largo futuro en Alemania. No hay nada que me ate a España, aunque allí vivimos muy bien. Sí quiero volver en el futuro, y si hubiera igualdad de salario, volvería antes”. Pero la realidad es la que es, y Pati Cavestany cobra en Alemania más del doble de lo que cobraría en España (entre 28.000 y 34.000 euros frente a los 65.000-70.000 que cobra ahora). Sí, es cierto que paga más impuestos, pero comparte piso con otras tres chicas en la misma situación y las posibilidades de ahorro son bastante grandes.

El salario que percibe es más del doble de lo que ganaría trabajando en España

Además del salario, tampoco es baladí forjar una carrera profesional en el centro neurálgico de la industria europea. “Estoy muy bien rodeado, tengo todo el sector de la automoción, fábricas, plantas de producción… Si quiero cambiar de trabajo me va a costar mucho menos”, analiza.

Cavestany estudió Ingeniería Industrial en la UPC de Barcelona y a través del programa internacional europeo Unitech, en el que participan universidades y empresas del sector de la ingeniería para dar movilidad a estudiantes con alto rendimiento académico. Fue así como empezó a construir un plan de estudios compuesto también por idiomas como el francés, el inglés y el alemán. Pasó por Lausana y Lyon, e hizo una pasantía en Munich. Y ella quería conservarlo. “Me encantó el ambiente, las condiciones de trabajo, la ciudad. Era una gran oportunidad.” Y se sintió valorada, porque sin ninguna experiencia, la empresa se decantó por ella. Y ahí va.


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