Durante años hemos visto cómo algunos portavoces políticos y mediáticos, ya sea por interés o por desconocimiento, han intentado imponer un relato: la economía catalana está en declive. Pero esta cuenta tiene un problema: los datos la contradicen.
El PIB catalán ha crecido por encima de la media europea desde 2014, a excepción de 2020, debido al estallido de la pandemia. El covid golpeó duro a nuestra economía, pero ya llevamos ocho trimestres consecutivos creciendo por encima de la zona euro. Ya en el segundo trimestre de 2022 hemos recuperado el nivel de PIB prepandemia, a diferencia de lo que ha ocurrido en el conjunto de España.
Hablar de decadencia es ignorar la realidad, hemos salido de dos crisis más reforzadas
La tasa de paro en Cataluña es del 10,4%: no estamos satisfechos, pero la cifra está por debajo del 13,3% de España y del 11,0% de Madrid. Cataluña sigue siendo el motor industrial de España, aportando el 25% de las exportaciones (casi tanto como Madrid y Andalucía juntos). Es cierto, Madrid ha crecido con fuerza durante años, pero lo ha hecho a costa de los territorios que la rodean: la España vaciada. El PIB catalán ha resistido, aportando el 19% del PIB español durante más de 40 años sin interrupción.
Se ha señalado que el PIB per cápita de Cataluña ha convergido con la media de España y la UE desde el año 2000. En esta materia, no se puede ignorar el impacto de la infrafinanciación y el déficit de inversión que sufrimos durante décadas. Un país sin suficiente financiación o inversión es un territorio carente de un elemento decisivo para mejorar la vida y la riqueza de sus ciudadanos. Que aún hayamos resistido como lo hemos hecho puede incluso considerarse heroico.
Además, el crecimiento de la primera década del siglo XX estuvo muy influido por un modelo –el de la burbuja inmobiliaria– de bajo valor añadido. Sí, el PIB subió, pero lo hizo con pies de barro. Y en paralelo, nuestro crecimiento demográfico ha sido muy superior al de Europa. Durante la burbuja, la población aumentó un 2,2% anual, mientras que en la UE lo hizo un 0,3% (y en los años previos a la pandemia crecimos un 0,5% anual frente al 0,2% en Europa).
Hoy el modelo es diferente. Del aumento de población ocupada que hemos tenido desde 2015 (436.000 puestos de trabajo más), cerca del 40% son profesionales científicos e intelectuales. La economía catalana se ha ido abriendo al exterior y la balanza de divisas ha pasado de un déficit del 4,5% del PIB en 2007 a un superávit del 7,7% en 2022.
Contenedores en la zona portuaria de Barcelona
Y finalmente, Cataluña sigue siendo un polo de inversión extranjera. En 2022 se logró el récord, con 6.428 millones de euros (un 50% superior a 2021). Hemos atraído a grandes multinacionales como Cisco, AstraZeneca o Intel. Y ahora tenemos grandes proyectos, como la creación de una planta de prototipos de chips y otra para probar productos innovadores basados en proteínas alternativas. Estos proyectos necesitan fondos de Próxima Generación, cuya llave está en manos del Estado. Pero la Generalitat y las empresas han hecho el trabajo y estamos preparados para empezar a ponerlas en marcha.
Hablar del declive de la economía catalana es ignorar la realidad e ignorar que, a pesar de haber sufrido dos crisis en 10 años que nos han impactado más que a las economías de nuestro entorno, hemos salido fortalecidos y con menos desequilibrios.
Cataluña tiene bases sólidas. Tenemos que dejar de escuchar a quien diga que no es verdad. Y empezar a mirar los datos: sin complacencias, con demanda, pero con optimismo.
Continuar leyendo En defensa de la economía catalana, por Natalia Mas