Entre la lealtad y la justicia

Vivimos una época en la que, lejos de reflexionar sobre el daño que nos causa la polarización, la fomentamos y fomentamos. Debemos preguntarnos: ¿hasta dónde queremos que nos lleve este antagonismo? ¿O por qué hemos entregado nuestro compromiso moral y lealtad a grupos ubicados en el espectro de loschairos o fifís, para atacar a quienes consideramos nuestros enemigos?

Esto, en detrimento de la gran necesidad que tiene el pueblo mexicano, de que se administre justicia real y construyamos juntos una nueva relación, luego del gran terremoto planetario que representó el Pandemia de coronavirus.

Hoy cualquier crítica, por objetiva que sea, se viraliza, además de desatar airadas pasiones y polémicas, perdiendo de vista la necesidad que tenemos de compartir los valores que nos son comunes, en una nación que se ha dividido entre la Invasión española, colonización, intervención extranjera, guerras internas, malos gobiernos y, lamentablemente, lo que parecen ser nuestras diferencias irreconciliables, entre norteños y sureños, citadinos y provincianos o ricos y pobres.

Richard Rorty en Filosofía y el futurorefiere en su capítulo titulado La justicia como lealtad expandida, diversos dilemas morales que cuestionan a grandes rasgos el futuro de la sociedad. democracia occidentalel mundo globalizado y el conflicto entre lealtad y justicia, que se transforma en conflictos de lealtades.

Con su contundente pragmatismo, nos lleva a pensar en un supuesto caso, en el que un familiar es perseguido por la policía tras cometer un delito y que aunque conocemos la gravedad del asunto, no sólo lo ocultamos, sino que mentimos. para salvar a esa persona. familia de la acción de la justicia, acusando a otra persona.

Comentar que si el acusado es un vecino o conocido, podríamos sentir cierto remordimiento. Pero si es un extraño, nos dice, probablemente no sentiríamos ningún arrepentimiento, sobre todo si esa persona es de otra raza, de otra clase social, de otra religión y, añadiría, si eschairo o fifí. Esto no sólo no nos angustiaría, sino que probablemente lo disfrutaríamos.

Estos conflictos y lealtades se muestran crudamente en cualquier caso de corrupción, porque no importa la gravedad o los montos de la malversación, los partidarios de los gobiernos en los que actúan los presuntos perpetradores intentarán minimizarla e incluso confrontarla con otros. escándalos de los adversarios, de ahí frases como: Pero el PRI, me robo más…, u otras parecidas, que en lugar de exigir sanción o castigo por las responsabilidades de estos políticos, los exonerarán de facto y los llevarán. a la condición de víctimas de sus correligionarios.

Sin embargo, en el caso contrario, se requerirá que recaiga todo el peso de la ley sobre ellos, además de ser catalogados de inmorales e hipercorruptos. Además, se identificarán como iguales a todos aquellos que coincidan con esa orientación política, independientemente de que existan personas con probidad públicamente reconocida.

Por el momento, es el México que tenemos, el que estamos forjando y el que heredaremos, si no cambiamos, a nuestros hijos y nietos. Aun así, tenemos la audacia de preguntarnos ¿por qué vivimos en este clima de inseguridad y desorden, de inmoralidad y decadencia?

Cuando somos directamente responsables de promover, con nuestro desprecio a la ley, la falta de castigo que merecen quienes dicen representarnos, pero que están dentro de nuestro núcleo ideológico.

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

COLABORADOR

@HUMBERTO_MORGAN

MAAZ

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