Erdogan gana en elecciones libres, pero no justas

En Türkiye, la reelección de Recep Tayyip Erdogan Ha sido un tema de gran controversia tanto a nivel nacional como internacional. Erdogan, quien ha sido una figura dominante en la política turca desde 2003, aseguró su permanencia en el poder a través de varias elecciones. Sin embargo, esta permanencia ha generado preocupación por las acusaciones sobre su estilo autoritario de gobierno y sus supuestos vínculos con dictaduras.

Si cumple el mandato completo, habrá ocupado el poder durante 26 años, casi toda la historia de Turquía en el siglo XXI. Bueno, antes de presidir la nación, fue primer ministro entre marzo de 2003 y agosto de 2014.

Lo sorprendente es que la mayoría del pueblo turco eligió a Erdogan a pesar de una economía en deterioro y una hiperinflación crónica que probablemente derrocaría a cualquier gobierno en un país democrático.

Aunque las elecciones en las que fue reelegido se consideran libres, no fueron justas.

Se dice que eran libres en el sentido de que los partidos políticos podían presentar candidatos por su cuenta y hacer campaña. El partido de Erdogan también ganó en el Parlamento y seguirá con la mayoría.

El partido islamista Justicia y Desarrollo (AKP), alcanzó 268 de los 600 escaños del Parlamento, 27 menos que en 2018, pero mantendrá la mayoría absoluta gracias a su coalición con el partido ultranacionalista MHP. A esta coalición se unen también los cinco diputados obtenidos por el partido ultraconservador y religioso Yeniden Refah, que ha conseguido por primera vez representación parlamentaria.

Sin embargo, las elecciones estuvieron lejos de ser justas. En primer lugar, Ekrem Imamoglu, posible rival principal en la carrera electoral, fue condenado en diciembre a más de dos años de prisión por “insultar a figuras públicas”.

Imamoglu, el popular alcalde de Estambul, infligió una extraña derrota al partido de Erdogan en las elecciones de Estambul de 2019. Las encuestas habían demostrado que podía ganar a Erdogan en las elecciones presidenciales por un cómodo margen.

Aún así, con el “más débil” de sus adversarios, Erdogan necesitaba un segundo turno para mantenerse en el poder con todo y eso que usó a los medios a su favor.

Erdogan ejerce un control casi omnipresente sobre los medios de comunicación del país, a través de Fahrettin Altun, jefe de prensa y comunicación del palacio presidencial.

Muchos medios de comunicación turcos son propiedad directa de familiares de Erdogan, como el popular periódico Sabah, o están controlados por directores designados y supervisados ​​por Altun. Algunos sitios de noticias de Internet independientes, como T24, practican la autocensura para mantenerse en el negocio.

Erdogan da crédito a las dictaduras

Erdogan aseguró que tras su victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales había hablado con unos 110 líderes mundiales y que con todos ellos había «acordado continuar la cooperación en los campos comercial, económico, militar, turístico y cultural».

Pero Erdogan también ha sido vinculado a varias dictaduras en el mundo. Uno de los vínculos más destacados ha sido con el régimen de Bashar al-Assad en Siria. Aunque inicialmente se posicionó en contra de Assad y apoyó a los grupos rebeldes, en los últimos años ha revertido su postura y buscado una alianza con el régimen sirio. Esto ha generado críticas tanto dentro como fuera de Turquía, ya que el régimen de Assad ha sido acusado de cometer violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra.

Otro vínculo importante es el establecido con el gobierno ruso, encabezado por Vladimir Putin. Erdogan ha buscado una relación más estrecha con Rusia en los últimos años, especialmente en temas como la cooperación económica y la situación en Siria. Sin embargo, esta relación ha generado preocupación debido a la postura autoritaria de Putin y las violaciones de derechos humanos en Rusia.

Erdogan, tras su elección, mencionó las buenas relaciones con el presidente ruso, que le han permitido mediar en el conflicto de Ucrania para facilitar un intercambio de prisioneros y cerrar el acuerdo que permite la exportación marítima del grano ucraniano.

Además de estas alianzas con dictaduras específicas, Erdogan ha sido criticado por su enfoque de los regímenes autoritarios en general. Ha sido acusado de elogiar y buscar inspiración en líderes como Vladimir Putin, Nicolás Maduro en Venezuela y Viktor Orbán en Hungría. Estos líderes han sido señalados por sus prácticas antidemocráticas y sus violaciones a los derechos humanos.

“Reforzaremos nuestra cooperación con América Latina”, subrayó el presidente turco, quien prometió que comenzará a visitar muchos países tan pronto como finalice la formación del nuevo gobierno.

¿Qué pasará después de las elecciones?

Erdogan había prometido un renacimiento turco para 2023, que es el centenario de la fundación de la república. Para entonces, se suponía que Turquía entraría en la lista de las 10 principales economías del mundo. Sin embargo, apenas llega al top 20. Ocupa el puesto 19.

La economía ha experimentado un importante declive en los últimos tres años y con su reelección, la lira turca siguió perdiendo valor.

El dólar reforzó su cruce frente a la divisa otomana por encima de las 20 liras turcas y muy cerca de máximos históricos, cotizando el lunes a 20,0559 liras, frente a las 19,9727 liras del cierre del pasado viernes.

Ahora Erdogan tiene que encontrar dinero. Recurrirá a préstamos extranjeros de alto interés y se embarcará en una gira diplomática por países musulmanes ricos en petróleo para atraer parte de sus fondos a Turquía. La incertidumbre sobre el éxito de estos esfuerzos y sus probables beneficios a corto plazo puede hundir a la economía turca en una recesión.

¿Qué depara el futuro?

Este será el último mandato completo de Erdogan, según la constitución turca, y podría acortarse. El presidente de 69 años tiene muchos problemas de salud. Está cada vez más frágil, tiene dificultad para caminar y, a menudo, arrastra las palabras. Es posible que en los próximos años su estado empeore y tenga que ceder la presidencia a un diputado de confianza.

La otra posibilidad es que los principales miembros de su partido decidan dar un golpe de estado para derrocar a Erdogan antes de que finalice su mandato, de modo que puedan reunir el apoyo público antes de las elecciones presidenciales de 2028.

Aunque por ahora puede haber cierta estabilidad política en la Turquía postelectoral, el país seguirá sumido en la agitación económica, social y política en el futuro previsible.

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