¿Es Beckham el Kardashian del fútbol?, por John Carlin

“Es famoso porque es famoso”

Dicho común en inglés

Voy a hacerle algo insignificante a un periodista. Voy a hablar sobre un tema que no conozco. El consuelo (para los tontos) es que no seré el primero ni el último, como reconocerán dos o tres compañeros de tertulias de radio y televisión.

El tema es el documental que está dando la vuelta al mundo sobre David Beckham, producido con su bendición y colaboración. Sé que está dando la vuelta al mundo porque no ha pasado un día en las últimas dos semanas sin que alguien me lo cuente por correo electrónico o mensaje de texto desde Inglaterra, Colombia, México, Estados Unidos, Australia, Japón o aquí mismo en España.

No lo he visto. Ni siquiera voy a verlo. ¿Porque? Primero, porque ya sé todo lo que necesito saber sobre Beckham y más, gracias. Segundo, porque a lo largo de mi vida ha habido cien futbolistas mejores que Beckham. En tercer lugar, porque ha habido al menos mil que son más interesantes que él como persona.

Mejor que él: bueno, aparte de los obvios como Messi, Maradona, Pelé, Di Stéfano y Ronaldinho (¡ah, Ronaldinho, siempre te querré!), me interesaría más ver un documental que profundizara en la carrera de Guti, o Paul Scholes, o Alessandro del Piero, o Iván de la Peña, para limitarme a algunos de los contemporáneos de Beckham.

En mi vida ha habido cien futbolistas mejores que Beckham

Más interesantes que él como personas: Maradona y Ronaldinho otra vez, por supuesto, y casi todos los que han jugado profesionalmente desde que Beckham debutó hace unos 30 años. Si elijo a uno sería Éric Cantona, compañero de Beckham en el Manchester United, un filósofo no sólo del fútbol sino de la vida que una vez le dio una patada de kung fu a un aficionado rival que le insultaba, el que cerró su carrera en lo más alto. a los 30 años y se convirtió en actor de cine. Junto a Cantona, Beckham es una mosca muerta. Bueno, todos lo somos, para ser justos.

No es que Beckham sea un mal tipo. Lo conocí un poco. Lejos de ser arrogante y engreído, recuerdo de cuando hice un libro sobre el Real Madrid galáctico que de todos esos famosos, y no tan famosos, que vestían de blanco, él era el más atento a la gente normal, el que cuando El equipo llegaba a Barajas procedente de Múnich o Mónaco a las cuatro de la madrugada y se quedaba más tiempo para firmar autógrafos o hacerse fotos con el nutrido grupo de aficionados que les esperaba en el aeropuerto. Si iba a un periódico a hacer una entrevista saludaba con igual cortesía a los periodistas y a las señoras de la limpieza.

David Beckham, el 3 de octubre en Londres, durante la presentación de su documental de Netflix

David Beckham, el 3 de octubre en Londres, durante la presentación de su documental de Netflix

Gareth Cattermole/Getty Images

Pero dentro del campo no aportó ningún valor añadido al Madrid, sino todo lo contrario. Le quitó el puesto a Claude Makelele, el mejor centrocampista defensivo del mundo en su época. Escoltados por el soldado Makelele, los auténticos galácticos (Zidane, Figo, Ronaldo, Raúl y Roberto Carlos) lo habrían ganado todo. Con Beckham, en aquella primera temporada suya en la que estaban todos los grandes, no ganó ni la Liga ni la Champions. Lo que sí hizo Beckham por el Madrid fue elogiar la marca y la cuenta bancaria.

Lo interesante de Beckham no es él, sino el fenómeno comercial que representa. Un documental que analiza por qué alguien es famoso porque es famoso, como las Kardashian, realmente me gustaría verlo. Me ayudaría a comprender mejor la comedia humana y la banalidad de los tiempos en que vivimos.

Durante su estancia en Madrid saludó con igual cortesía a periodistas y señoras de la limpieza.

Entiendo que, lejos de ir ahí, el documental nos habla de la vida de Beckham. Que pasaba muchas horas aprendiendo a controlar el balón con su padre, que era un tipo muy perseverante, superador de obstáculos que cuando se caía se volvía a levantar: o sea, como todos los que logran ganarse la vida jugando al fútbol, en España, Argentina o Corea del Sur. También entiendo (porque es imposible no enterarse un poco de qué trata el documental si eres un ávido lector de periódicos) que Beckham pasó por un momento difícil con su esposa, la cantante que no sabía cantar, cuando él tenía a amorío con una mujer en Madrid. Ya. Chismes de celebridades: Perdóname si bostezo. Lo que me lleva a una cuarta razón por la que no quiero ver el documental: llámame snob, si quieres, pero no quiero ser cómplice de un fenómeno global tan vacío como el que representa Beckham. Y también hay una quinta razón: que aparezco en el documental, la prueba más contundente de que no puede ser un proyecto serio.

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