“Dentro de la Escuela de Yoga de Buenos Aires, Juan Percowicz (su fundador y jefe) ordenaba tareas sexuales para poder evolucionar en la cadena jerárquica. Así fueron explotados sexualmente niños, adolescentes y adultos durante décadas…” dice Pablo Gastón Salum en su página «Mentes libres». Salum conoció la secta cuando era un niño y logró huir después de años de abuso.
La Policía Federal Argentina la desarticuló el 6 de agosto, luego de establecer que, en realidad, se trataba de una organización criminal con sucursales en Estados Unidos y Uruguay, y que operaba como una secta que capturaba a autoridades y celebridades. La organización operaba bajo la bandera de BA Group, y como parte de su estructura contaba con unos 170 «estudiantes» en Argentina, y otros tantos en Estados Unidos, quienes aportaban una cuota mensual en moneda extranjera denominada «ceremonial» al grupo.
Además, la organización contaba con otros 1.500 “alumnos reclutados”, a quienes se les cobraba formación “progresiva”, clases de lectura y diversas conferencias dirigidas a organismos estatales, consejos profesionales, organizaciones sin fines de lucro y público en general.
La pirámide de la esclavitud
La Escuela de Yoga de Buenos Aires construyó una pirámide de esclavitud emocional, sexual y económica con la promesa de «desarrollar la felicidad». No pocos fiscales y políticos, y muchos ciudadanos, conocían la existencia de esta secta y sus prácticas. ¿Cómo se explica tanta tolerancia durante tres décadas?
“No sé si en Argentina hay una mayor predisposición a tolerar grupos más sectarios como la Escuela de Yoga que en otros países. Me da la impresión de que es un fenómeno mundial, porque tiene más que ver con la condición humana. que con una geografía o una cultura determinada”, cuenta a Miguel Espeche, psicólogo especialista en vínculos afectivos.
“En otros países también ha habido sectas con prácticas perversas, e incluso casos en los que han llevado a sus miembros al suicidio masivo”, añade el experto. Estas organizaciones, según Espeche, coordinadora del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano, de Buenos Aires, operan «con lavado de cerebro y la pretensión de ofrecer todas las respuestas a la vida».
Bajo el discurso de una filosofía que proclamaba «buscar el desarrollo de la felicidad», el grupo reclutaba personas para incorporarlas a la organización, reducirlas a la servidumbre y, en algunos casos, ofrecerles supuestos tratamientos médicos con el objetivo de obtener dinero, influencia y protección para sus líderes, dice uno de los informes de la Policía Argentina.
Busca la felicidad y pierde la razón
“Con la fragilidad de muchas personas, ante la ruptura institucional o familiar, algunas encuentran un espacio donde hablan de amor, de cuidado, que cautiva, y poco a poco subyuga a quien deja de lado su propio criterio”, explica la psicóloga y psicoterapeuta. y continúa diciendo que «lo que comienza protegiendo termina por sofocar, anular, transformando a sus integrantes en meros instrumentos de quienes gobiernan perversamente estas organizaciones sectarias».
Pablo Gastón Salum, una de las víctimas de la Escuela de Yoga de Buenos Aires, lidera una iniciativa que propone una ley anticultos en Argentina. Pero, ¿es necesaria tal ley? “Entiendo que hay personas que legítimamente se sienten violadas por un grupo, porque les quitaron sus bienes, o porque fueron objeto de hostigamiento. Pero, visto desde la perspectiva del derecho común, no es necesario establecer una ley específicamente dirigidos a grupos religiosos, especialmente a los más exóticos”, explica a el jurista Sergio Sánchez, de la Universidad de Chile, especialista en Sociología del Delito. “Creo que la legislación penal moderna tiene que abstenerse de abrir esas heridas o de facilitarlas”, añade. Aparentemente, “los delitos que ahora se imputan a la Escuela de Yoga de Buenos Aires no son propios de una secta o de una iglesia, sino que son delitos que deben ser sancionados como tales, y no porque provengan o hayan sido cometidos dentro de una organización como esa”. ”, señala el abogado.
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