Jaume Guardiola (Barcelona, 1957), presidente del Cercle d’Economia, atendió exultante este diario el pasado miércoles en un hotel W ya vacío tras una de las reuniones anuales más conmovidas de esta entidad en los últimos años por la coyuntura política. El resultado ha sido bueno, subraya, a pesar de la repentina ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
¿Qué balance hace?
Al final, el balance de la reunión lo tienen que hacer los socios y asistentes. Pero por lo que he estado capturando, creo que todos están felices. Hemos tocado temas profundos, como la geopolítica, que nos ayudan a entender dónde estamos y hacia dónde vamos.
¿Te ha jugado una mala pasada la política?
Hemos tenido el revuelo de la agenda política, que ya estaba complicada por el hecho de tener las elecciones el domingo anterior y que cambió el orden natural de las intervenciones. A ello se ha sumado la noticia del lunes del adelanto electoral, que nos ha llevado a este cambio de última hora: el presidente del Gobierno no ha podido venir y ha sido sustituido por la vicepresidenta Nadia Calviño. Creo que era importante hacer un Nota de opinión con impacto, porque eso ha marcado el debate.
Y que este año el Círculo quería menos políticos…
En otras ocasiones han asistido muchos ministros más y esta vez han venido las piezas básicas, tal como estaba diseñado. Lo que pasa es que la coyuntura ha hecho políticamente muy central la reunión, pero ha sido en los pasillos y en las intervenciones de los políticos. Las mesas han estado muy centradas en los temas previstos y creo que los socios han llevado una buena reflexión sobre el momento del mundo.
La frase del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, contra el impuesto a la riqueza ha sido muy aplaudida.
Ha sido a preguntas de los socios. Recibimos una veintena de preguntas de los asistentes a Feijóo, y entre ellas había cierta concentración en este tema.
¿Qué opinas del homenaje?
Estamos muy en la línea de esa idea de que por definición es un impuesto desleal, porque vuelves a tributar por rentas que ya se han pagado por herencia o renta. Es un impuesto muy singular, porque prácticamente no está en ninguna geografía y te deja en una posición competitiva más débil. Y en España tiene el agravio, además, de que estás compitiendo con comunidades autónomas que lo han subvencionado al 100%. Lo hemos criticado mucho, es lógico que los socios aplauden.
El presidente del PP lo ha criticado, pero tampoco ha prometido cambiarlo…
Bueno, abre la puerta.
Sin embargo, ha recibido más aplausos que nadie.
Eso ha sucedido históricamente. Los líderes de la oposición tienen más libertad para hablar, están menos sujetos al escrutinio público y tal vez les resulte más fácil obtener más aplausos.
¿Y el vicepresidente Calviño?
También ha hecho una muy buena intervención, creo que ha coincidido mucho con el diagnóstico del Círculo de la famosa década perdida. En el sentido de que el modelo de país tras la entrada en el euro era un modelo irracional basado en una casi monocultura de la construcción residencial y con una deslocalización masiva de otras industrias. Los efectos brutales de los desequilibrios con los que llegamos a 2007 –deuda privada, balanza comercial, peso del sector inmobiliario en el conjunto del PIB– estallaron con la crisis financiera y la factura que pagamos en términos de productividad y renta per cápita ha sido muy espectacular.
El Círculo se ha pronunciado en contra del adelanto electoral.
Bueno, contra eso, no. Es un poder que tiene el Presidente del Gobierno, y tiene sus razones para hacerlo. Nos pronunciamos en contra de la polarización como un impedimento para trabajar en lo que necesita el país, que son acuerdos para lograr mejoras en la productividad. Y mientras hacemos este discurso, descubrimos que vamos a tener algunos meses de polarización porque es difícil pensar que esta elección no está más polarizada que nunca.
Y en Cataluña, ¿podemos volver a la polarización vivida durante el ‘procés’?
Creo que en cuanto a los efectos económicos de la proceso , tarde o temprano empezaremos a ver trabajos académicos explicándolos. Es complicado porque no son tanto los efectos directos como las inversiones perdidas o cosas que no han llegado a pasar y no sabemos qué efecto hubieran tenido. este tema de proceso se había apaciguado y una campaña electoral, según se planee, puede hacer que se detenga ese apaciguamiento. Es un tema interesante y de debate, pero no nos hemos querido meter, todavía no tenemos demasiadas referencias y es a muy corto plazo. Pero eso sí, hay que seguirlo de cerca.
La ministra Calviño, también el presidente de la Generalitat y la ministra de Economía se han mostrado muy optimistas de cara al futuro.
Aquí entra un pequeño debate: si realmente estamos en el cambio de modelo, si ya estamos haciendo esa transición. Y hay datos. Cuando ves que hay 96 centros tecnología que se han instalado en Barcelona en ciencias de la salud, videojuegos, etc., de grandes empresas. Si miras todo el tema del chip con el superordenador, la renovación del Sincrotrón, la evolución de los centros de investigación, que han aumentado los presupuestos de I+D… Los efectos a veces son difíciles de ver. Tanto Calviño como Aragonès y Mas han enviado aquí un mensaje de preocupación con los mensajes derrotistas. Nosotros en la nota queríamos hacer autocrítica con lo que ha pasado y donde estamos, pero esperanzados con el futuro. Hay argumentos sólidos para pensar que estamos haciendo esta transición de modelo. ¿Con la intensidad que necesitaríamos para seguir el ritmo del mundo? Ahí tenemos más dudas. Se necesitan acuerdos transversales para llevar a cabo reformas que duren 20 años, como en educación.
Pero la brecha con Europa no deja de crecer.
El desequilibrio, el ajuste y esta década perdida han provocado esta desigualdad. Si el PIB crece mucho, pero el PIB per cápita no crece, al final lo que estás produciendo es una acumulación de empleos mal pagados, lo que termina involucrando mucha inmigración. Y eso también ejerce mucha presión sobre los servicios sociales.
¿Y la nueva ley de vivienda?
Somos un poco críticos. Tiene factores positivos como la generación de parque de viviendas de protección oficial, algunos incentivos fiscales para quienes alquilan viviendas de interés social o de interés social. Pero el incentivo sobre cómo funciona el mercado no está bien ubicado. Al final, si quieres reducir las rentas, lo que tienes que hacer es tener más oferta. En Cataluña hemos tenido una experiencia piloto que no ha funcionado y ahora la hemos convertido en un estándar para todo el Estado.
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