La agencia antidrogas de Estados Unidos no tiene las mejores referencias del presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero en el reclamo que esta semana hizo ana milgramEl administrador de la DEA, debido a la falta de cooperación del gobierno mexicano en la lucha contra el tráfico de fentanilo, podría ayudar a evitar que el grave problema que se ve en las calles estadounidenses se repita aquí.
Milgram denunció ante el Senado de la Unión Americana que su gobierno no recibe suficiente cooperación de México en el intercambio de información sobre decomisos de fentanilo y precursores químicos; ni en permitir la destrucción conjunta de laboratorios clandestinos y en la detención y extradición de narcotraficantes. Aunque las cosas fueron suavizadas por el embajador Ken Salazarquien felicitó al gobierno mexicano por la incautación de un centro de fabricación de pastillas de fentanilo en Culiacán, las cosas no quedaron ahí.
Como siempre, el presidente de México trató la acusación como un ataque, diciendo ayer en Hermosillo que el gobierno de Joe Biden hace muy poco para frenar el uso de esta droga entre los jóvenes de su país. López Obrador hace una comparación entre lo que decidieron hacer en México (una campaña publicitaria en radio y TV) y lo que, según él, no se hace allá. Ignora que la realidad en el consumo de medios es otra.
Pero según expertos, México carece de una política de atención más exitosa para el uso de fentanilo y otros opioides. Uno de los datos más relevantes es que no existe un registro fiable de muertes por esta adicción ni una estimación de usuarios habituales de esta droga. Pero basta mirar a las ciudades fronterizas de Baja California y Chihuahua para ver que el fenómeno está ahí y que los narcotraficantes aprovechan la condición de adictos para hacer crecer su negocio. Se sabe, por ejemplo, que a los usuarios de heroína se les ha administrado fentanilo mezclado con metanfetamina, que, cuando se inyecta con agua salina, tiene un efecto hasta 50 veces más potente. El compromiso es inevitable.
Quien quizás entendió mejor las cosas es el canciller Marcelo Ebrard. Ayer, en una reunión con empresarios, dijo que lo importante es trabajar en coordinación con EE.UU. y no caer en reproches. Reveló que el gobierno mexicano impulsará la creación de una coalición de varios países para combatir la producción, tráfico y consumo de fentanilo, porque si se expande su consumo en México “será un desastre”. Y efectivamente, no habría capacidad en los centros de atención, anexos y hospitales para atender a los adictos y las consecuencias que inevitablemente las drogas provocan en la salud.
Los expertos mexicanos en adicciones son conscientes del desafío, pero necesitan más recursos. Los anuncios de radio y televisión en tiempos oficiales no son suficientes. Más allá de la retórica, es un área de oportunidad, antes de que los narcotraficantes se aprovechen del jugoso negocio.
CARLOS ZÚNIGA PÉREZ
COLABORADOR
@carloszup
MAÍZ
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