Uno de los aspectos que se suele tener en cuenta a la hora de valorar una exposición es el diseño del espacio en cuanto a originalidad o facilidad de desplazamiento, de forma que se destaquen los conceptos. En caso de Terapia Se intentó quitar la gran Sala 5 del segundo piso de la forma de un cubo blanco ortodoxo. Se reformuló con estructuras que orientan el recorrido y combinan diferentes perspectivas desde arriba o en vista del espectador que se encuentra en el piso de la sala.
La solución proporcionada por Mariano del Verme, A pedido del director artístico, resulta interesante como correspondencia espacial entre diferentes perspectivas: pretende ofrecer una exposición que aborde un tema tan complejo y diverso como la relación entre arte y psicoanálisis en este país.
Es importante señalar que la forma del cubo blanco, identificado como el sistema expositivo de la modernidad, es un ambiente limpio y altamente codificado que aleja todo lo que habita en su interior de cualquier interferencia exterior a lo que se entiende por arte. Brian O’Doherty comparó eso con la limpieza de un laboratorio, con la santidad de una iglesia o con la solemnidad de un tribunal.
Esto es lo que se buscó cambiar en este caso. Tal trasfondo se puede rastrear, por ejemplo, hasta 1942, otra exposición con obras surrealistas en la galería de Peggy Guggenheim desde Nueva York. Por lo tanto, fue el famoso arquitecto y diseñador vienés Frederick Kiesler quien creó el ambiente apropiado de paredes curvas y convexas y falsos techos.
Pero lo curioso de la entrada de Terapia es la instalación de Marisa rubio “La empresaria que se arrepintió de no haber vivido en el campo”, como sala de espera de una exposición que trata sobre el psicoanálisis. Además de la interesante división de personalidad en varios heterónimos que la artista desarrolló con Naranja Milano y Clara S. ¿Alguien que haya hecho psicoanálisis en Argentina recuerda haber pasado por una sala de espera antes de su sesión?
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