Formosa y la «realidad» kirchnerista

El kirchnerismo ha hecho un relato sinuoso y detallado que pretende ser una realidad. Tanto es así que la realidad ya no existe, no tiene lugar. En última instancia, la realidad se vuelve difusa, tan irrelevante que no puede desplazar el simulacro. En este caso, los datos que en realidad contradicen la visión oficial, tienen sus conocidos anticuerpos: para ellos son montajes del periodismo o de la insensible oposición.

Así crearon la grieta, una forma de construir poder, pero también la forma que les permite ejercerlo. Este modelo es compatible con los formatos de comunicación actuales, donde la virtualidad se convierte en lo principal y la realidad en el accesorio. Como en un reality show, donde se genera una ilusión sobre algo que en realidad no está sucediendo.

El problema es que los hechos están tan desalineados que no hay historia, tuit o medio que los pueda enmascarar, por lo que recurren al silencio. Eligen no decir nada porque no les queda más opción que hacer lo correcto. Esto le está pasando a Formosa.

Esto es consecuencia de un estado de excepción permanente, que es la propuesta del crack. La excepción en el Estado permite acciones para eludir controles, equilibrios y transparencia. La lógica amigo-enemigo permite la rapidez, la urgencia, la excepción, la violación de las reglas ante un supuestamente muy superior.

En política, la excepción permite la renuncia al pensamiento crítico, a las propias ideas y banderas. Por tanto, el ejercicio debe hacernos creer que el modelo de atención a los pobres pasa por cuidar de un gobernador que los persigue.

Los modelos políticos paternalistas, donde un líder determina y ajusta las necesidades sociales y ordena las tensiones que tiene el movimiento internamente, invisibilizan y ciegan el conflicto.

Es un sacrificio que el líder exige a la base sin ningún tipo de concesión. Cuando piden que se defienda a Insfrán del supuesto ataque de los medios hegemónicos, están diciendo que hay que renunciar a los ideales para que continúe el proceso de transformación, que nada cambia.

Cámpora, que tiene el folclore de rebelión y transformación dentro del partido gobernante, es ahora la organización más conservadora y disciplinada. Ejercen un poder real y simbólico, a partir de tal pragmatismo que hace que los jóvenes intenten callar y justificar la corrupción o violación de los Derechos Humanos en Formosa.

La grieta que nos arrastra al silencio es la máxima expresión de la violencia política.

Muchos activistas de Kirchner están confundidos y nos ven expresando con palabras lo que tienen prohibido decir. Te pido que te preguntes: ¿qué estás defendiendo y dónde están cayendo en la historia?

Argentina necesita salir de la lógica del crack, necesita poder curarse con palabras y luego con acciones. Esta postura irreflexiva que nos proponen con crack es el sometimiento absoluto a una estrategia supuestamente opaca de sus militantes, y la derrota garantizada de cualquiera que se adentre en este barro sin sospechas.

Cuando alguien, incluso de buena fe, dice que «la situación que existe en Formosa es comparable a la situación de la gente en la ciudad de Buenos Aires», nos recuerda los discursos de los militares durante la dictadura, cuando decían que eran frente a una campaña anti-argentina. Ahora es la campaña antiforme. Decir que lo que está pasando en Formosa es a favor de su gente, no hay otra forma de interpretarlo.

Esta nota está dirigida a aquellos que están confundidos. A los militantes que se sienten incómodos con la complicidad de su gobierno. Mientras la política tenga su clave de omerta, para canalizar los conflictos internos, la brecha con la realidad se ensanchará cada vez más. Los problemas de la sociedad se discuten en la faz de la sociedad, de lo contrario, lo único que se está haciendo es silencio cómplice.

Hernán Reyes es legislador de la CABA (Coalición Cívica)

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