La ciudad de Santiago de Chile es este año la invitada de honor de la Feria del Libro de Buenos Aires. Una oportunidad para acercar a un número importante de escritores chilenos de la nueva generación, además de recordar a los grandes autores que son marca del país vecino como Pablo Neruda, Gabriela Mistral o José Donoso, entre muchos otros. Pero al mismo tiempo, difundir la “marca Santiago”, con sus grandes atractivos.
Para participar de esta fiesta literaria y cultural, también cruzó la cordillera el gobernador de la capital chilena, Claudio Orrego Larraín, quien se sumó a una serie de mítines políticos. En un espacio de su complicada agenda, charló con Clarín en la embajada de Chile en Palermo. Y, además de resaltar los grandes atractivos culturales y turísticos de la ciudad que lidera desde mediados de 2021, habla de su «dolor» y del principal desafío que hoy enfrenta su gobierno y, sobre todo, el Ejecutivo nacional: la imparable ola de violencia y delincuencia que se extiende de un extremo al otro del país y alarma a todos los habitantes por igual.
Abogado, exmiembro de la Democracia Cristiana y ahora «independiente de centroizquierda», en sus palabras, Orrego advierte que si el gobierno de Gabriel Boric no toma medidas urgentes y drásticas contra la delincuencia, yEl riesgo es que el discurso de la extrema derecha gane fuerza, que pide más armas y represión.
-La violencia y la inseguridad se han convertido en Chile, y especialmente en Santiago, en la mayor preocupación de políticos y ciudadanos de a pie. ¿Cómo lidias con este problema?
-Si bien Santiago probablemente sigue siendo una de las capitales más seguras del mundo, vivimos el momento más crítico de nuestra historia en cuanto a homicidios, uso de armas de fuego y crimen organizado. Este es un llamado de atención a la clase política, a unirse detrás del actual gobierno para armar una agenda que fortalezca la inteligencia, que modernice su policía para enfrentar un crimen que cada día es más complejo y violento.
-¿Crees que es posible?
-Hemos salido de una tormenta perfecta; el estallido social de 2019, sumado a la pandemia y todo lo que trajo para cambiar el espacio público. Y la inmigración descontrolada. Estos tres fenómenos, sumados a otros estructurales, del crimen organizado, han hecho que este tema sea muy importante en la actualidad. También nos llevó en un momento en que la policía estaba en crisis, con casos de corrupción y abuso. Insisto, tormenta perfecta. Ante esto, el gobierno nacional está impulsando una agenda que no estaba en sus planes. Este es un gobierno de izquierda, que nunca ha tenido un discurso muy fuerte ni muy claro sobre seguridad, y ha tenido que crearlo, a fuerza de realidad.
“El de Boric es un gobierno de izquierda, que nunca ha tenido un discurso muy fuerte ni muy claro sobre seguridad, y lo ha tenido que crear, a fuerza de realidad”.
-¿Porque?
-Porque es la principal prioridad del ciudadano. Porque todavía se puede decir que 4,7 homicidios por cada 100.000 habitantes es una de las tasas más bajas de América Latina. Sí, pero estábamos en 3.2. Es un aumento significativo. Hay comunas como Santiago Centro que tienen 11. Cada vez hay más uso de armas de fuego, en un país que estaba acostumbrado a un sistema de control de armas muy rígido. Claramente el sistema tuvo una crisis, hay que cambiarlo. Crear un Ministerio de Seguridad, porque hoy esa área depende del Ministerio del Interior. Hay que modernizar las fuerzas de seguridad, equiparlas. Como gobierno regional, aunque no tenemos muchas competencias en materia de seguridad, estamos invirtiendo en vehículos blindados para la policía, drones, instrumentos de seguridad para los guardias urbanos. Hace unos días acaban de asesinar a un guardia en una comuna de Santiago. Entonces tenemos que invertir en inteligencia, equipamiento, infraestructura y una mejor ciudad.
-¿Qué significa una ciudad mejor?
-Tenemos una gran desigualdad territorial, además de la desigualdad social. Es una de las causas del estallido social, esa experiencia tan diferente de dos o tres ciudades que nada tienen que ver entre sí. Lamentablemente en Santiago tienes sectores donde estás en los más avanzados del planeta, los más limpios, los más bonitos, el mejor estándar de calidad de ciudad. Y hay otros sectores con grandes carencias de base. Aquí hay que subir de nivel, subir a los marginados, invertir en veredas, alumbrado público. A los pobres, lo mejor.
-En materia de seguridad, ¿cómo se coordinan con el gobierno nacional?
-No soy del mismo espacio político que el presidente. Pero el gobierno ha hecho dos cosas que hablan bien del pragmatismo de Gabriel Boric. Amplió su coalición política: ya no es sólo la extrema izquierda del Partido Comunista y el Frente Amplio. También está el Socialismo Democrático, que formó parte de la Concertación. De hecho, tres de sus ministras, entre ellas Hacienda e Interior, Carolina Toha, que ha mostrado un sello muy diferente al del Gobierno en materia de seguridad, sin complejos, con pragmatismo, viendo la necesidad de acuerdos transversales. El problema que tiene el presidente es que no toda su coalición está alineada con esto. Él y su Ministro del Interior están impulsando medidas radicales, duras, pero creo que absolutamente acordes con la gravedad de la situación. Creo que Chile está en un momento tan crítico de seguridad que ya no hay tiempo para diagnósticos. Son tiempos de acciones. Y estoy viendo que el gobierno va en la dirección correcta. Hay que ponerle sentido de urgencia. La situación puede salirse de control si no tomamos medidas drásticas. El presidente tiene la oportunidad de demostrar que su generación, su espacio de izquierda, que no ha tenido discursos ni agenda sobre seguridad, es capaz de hacerlo.
-¿Cuál por ejemplo?
– Se requieren políticas integrales, prevención psicosocial, rehabilitación de presos. Pero sobre todo, fortalecer la capacidad del Estado en materia de inteligencia y combate al crimen organizado. Hay que incautar grandes fortunas del lavado de dinero del narcotráfico.
-Usted también habló de inmigración descontrolada…
Es otro gran problema. Porque detrás de la inmigración del bien, de la gente honesta que viene en busca de oportunidades, están las bandas criminales, que operan con una violencia tremenda. Santiago tiene más de un millón de inmigrantes, en una ciudad de 8 millones. No hay política de salud o educación que se resista a esta inmigración descontrolada. El gobierno tiene que sonrojarse una vez y tiene que asegurar las fronteras. Es impopular, es difícil. Pero el gobierno debe demostrar que tiene vocación absoluta, si no, lo que va a pasar es que va a ganar el pueblo que pide orden y represión.
– ¿Ese discurso está creciendo?
-Sí, hay mucha gente que apoya, por ejemplo, al presidente (Nayib) Bukele, de El Salvador, por su política de seguridad. Ante el miedo, te polarizas, y el discurso más radical, aunque sea absurdo, acaba por convencerte. La única posibilidad de que el péndulo no oscile hacia la extrema derecha en Chile es que un gobierno de izquierda se tome en serio la seguridad.