El primer presidente de izquierda en la historia reciente de Colombia, Gustavo Petro, ha dos prioridades urgentes en su gestión: la economía y la inclusión social. Y Petro pretende llevar a cabo las “transformaciones”, como dice, sin medidas abruptas, pero en un formato de transición, enfrentando el desafío de recursos financieros limitados, inflación de dos dígitos (10,21% anual), que es un récord en 22 años, y niveles de pobreza que son los de mayor crecimiento en América Latina este año, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El primer encuentro internacional previsto en la agenda de Petro, el lunes, un día después de su toma de posesión este domingo, en la Plaza de Bolívar, en Bogotá, será con Gabriel Boric, de Chile. Petro busca fortalecer su alianza latinoamericana y tiene la esperanza de que el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva regrese a la presidencia de Brasil.
Para él, Lula era un «prisionero político» y aspira a volver a ser presidente de Brasil. El canciller del futuro gobierno multifacético de Petro, Álvaro Leyva, es un político de larga trayectoria, conservador, muy activo en el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y que ya estuvo en Venezuela, por lo que Se retoman las relaciones entre las misiones diplomáticas de los dos países. El gabinete de Petro, conocido en su totalidad recién este sábado, tiene figuras ya conocidas por los colombianos en puestos clave.
Al nombrar al economista socialdemócrata José Antonio Ocampo como su ministro de Hacienda, Petro envió una señal decisiva a los inversores y los mercados financieros. “Parece que la economía es más importante que la defensa, porque Petro no tiene miedo de imponer un ministro de defensa que pueda generar tensiones en las Fuerzas Armadas, pero tuvo mucho cuidado en nombrar un ministro de finanzas que tranquilizara a los mercados y a los inversores. ”, dijo el analista Víctor M. Mijares, de la Universidad de Los Andes, en Bogotá.
Ocampo fue ministro en los gobiernos de César Gaviria y Ernesto Samper, director de la CEPAL, profesor en universidades norteamericanas y tiene un diálogo fluido con políticos de América Latina y EE.UU., así como con organismos internacionales.
Ocampo y la vicepresidenta Francia Márquez, por ejemplo, tienen historias de vida y discursos diferentes, pero Petro parece querer buscar una unidad (o casi unidad) en este país donde las divisiones políticas y la violencia siempre han sido un desafío.
En un escenario de fuertes expectativas, la designación del criminal Iván Velásquez Gómez al Ministerio de Defensa fue interpretada como una muestra de respeto a los derechos humanos en la cartera que manejan los militares -y muchos no apoyan al nuevo presidente-.
Al designar a la filósofa y ambientalista Irene Vélez para la cartera de Minas y Energía, Petro ratificó su decisión de intentar cambiar el perfil energético de Colombia, con límites para nuevas exploraciones petroleras, tema que agrada a los ambientalistas y preocupa a los inversionistas del sector. y economistas ortodoxos que analizan los ingresos “fundamentales” generados para el país por las exportaciones de petróleo.
Pero, como un equilibrista con rasgos cada vez más evidentes de socialdemócrata y centroizquierda, Petro busca enviar señales a los distintos sectores de Colombia. Se tomó fotos con policías militares y hasta se puso una gorra de la fuerza nacional, a cuatro días de su toma de posesión este domingo.
Este sábado, al anunciar los nombres de los ministros que faltaban en su gabinete, Petro incorporó a Alfonso Prada, del entorno político del expresidente Juan Manuel Santos, como su ministro del Interior y quien será el encargado de la relación entre la Presidencia y la Congreso. Otra muestra de ‘moderación’, dicen analistas, de Petro en una nueva etapa de su perfil político.
“Cuando fue alcalde de Bogotá no tuvo paciencia y disposición para dialogar con diferentes sectores. Pero, desde la campaña para la segunda vuelta presidencial, es ‘muy Petro’. Escucha mucho, reflexiona mucho y está más maduro que nunca en un país tan diverso”, dice un académico colombiano que solo votó por él en la segunda vuelta.
Hasta hace unos días, la diversidad de culturas e historias de Colombia lo llevó a seguir recorriendo lugares del interior del país, donde al igual que Santos recibió su ceremonia espiritual de ‘asunción ancestral’ junto a los indígenas de la Sierra Nevada. de Santa Marta. Las diversas etnias indígenas se encuentran entre los miles de participantes en las festividades de la asunción del Petro y se estima que más de cien mil personas se congregarán en la Plaza de Bolívar, en Bogotá.
En la multitud estarán los miles de trabajadores informales, desempleados y miembros de las distintas capas sociales de Colombia que esperan un cambio –y su paciencia no es infinita-. Son varias las historias que uno escucha aquí sobre las necesidades urgentes de los colombianos. “Mi hijo está solo en casa ahora mismo y yo corro de aquí para allá”, dice Andrea, una empleada del hotel, que no tiene con quién dejar al niño los sábados.
Un exguerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dice ser admirador del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, quien asume la Presidencia este domingo. “Colombia lo necesita”, dice, en una conversación aquí en Bogotá. Pero su admiración por Petro no parece tener límites. “Si dentro de cien días los colombianos no percibimos los primeros signos de cambio, temo que nuestra esperanza no dure mucho”.
Una joven estudiante dice que su paciencia es «infinita» con Petro y cree que su primer año será decisivo para mantener su apoyo y el rumbo del país. En las calles de Bogotá, cuando uno pregunta qué se espera de Petro, la respuesta casi siempre es: que disminuya la pobreza y mejore el empleo. Son realidades también retratadas en los murales de los distintos barrios de la capital del país, donde unos dicen ‘SOS’ (socorro) y otros ‘Petro, esperanza’.
Bogotá, especial para Clarín