A medida que la economía mundial cobra fuerza, América Latina y el Caribe se está quedando atrás, incluso mientras se recupera de la recesión.
El lento crecimiento relativo significa que la región continúa perdiendo participación en el PIB global, poniendo en peligro las aspiraciones de su creciente clase media.
Las razones detrás de esta realidad son complejas. Sin embargo, la baja inversión y la baja productividad son factores fundamentales. Requieren reformas importantes para que la región detenga su lento progreso y comience a converger con las economías en desarrollo de más rápido crecimiento, e incluso con las economías avanzadas.
Por supuesto, los problemas no son nuevos. Entre 2000 y 2020, la tasa de crecimiento promedio del PIB real per cápita fue del 2,4%. Esto está muy por debajo de la tasa de Asia emergente (4,9%) y por debajo del promedio de los países fuera de la región (2,6%).
La inversión fue baja. Las tasas de inversión en la región fueron, en promedio, siete puntos porcentuales del PIB inferiores a las tasas en las economías emergentes de Asia. Actualmente, de las regiones del mundo, solo África Subsahariana invierte menos que América Latina y el Caribe como porcentaje del PIB. Las bajas tasas de ahorro nacional, los sistemas financieros pequeños e ineficientes y la mala canalización de los recursos jugaron un papel importante. Contribuyeron a esa falta de inversión que fue crucial para detener el avance de la región.
En algunos países, las bajas tasas de inversión parecen estar más relacionadas con la falta de oportunidades de inversión que con el bajo nivel de ahorro. Los problemas de los inversores para obtener rendimientos debido a un mal gobierno corporativo, la falta de derechos de los acreedores o la incapacidad de producir productos más sofisticados o valiosos pueden desempeñar un papel en la disminución de los rendimientos para los inversores.
LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
COLABORADOR
LSN
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