Jefe, son vacaciones | El Heraldo de México

Como parte de la preparación para mi próximo nado en aguas abiertas, la semana pasada fui a entrenar en la piscina. Aunque mi presencia allí es recurrente, el guardia se sorprendió al verme llegar a las instalaciones en medio de un día libre:

“Jefe”, me dijo, “son vacaciones; ¿por qué no descansas?

La pregunta me recordó mis días como aspirante a nadadora olímpica, cuando descansar en vacaciones no era una idea lejana. Los períodos de vacaciones eran incluso los más exigentes: nadar, comer, dormir; nadar, comer, dormir; nadar, comer, dormir, una y otra vez. Cuando quieres llegar a los Juegos Olímpicos, no puedes permitirte descansar.

Hoy en día sabemos que la recuperación es fundamental para un buen rendimiento, pero que incorpore periodos de descanso en mi entrenamiento no significa que me aleje de la piscina durante días o semanas. Si lo hiciera, perdería la condición, pondría en riesgo mis avances y volver al ritmo sería difícil.

Hace unos años tuve una experiencia similar a la de la guardia, pero en el ámbito de la educación. En las intervenciones de refuerzo de aprendizaje que realizamos en Sonora, Sinaloa y Coahuila, tratamos de incorporar ejercicios de vacaciones. El reclamo ante las autoridades no se hizo esperar:

—¡Son vacaciones! ¿Por qué poner a los estudiantes a trabajar?

La respuesta es similar a la del deporte: si los alumnos dejan de leer, procesar textos, hacer ejercicios de matemáticas, etc., es inevitable que pierdan práctica, se olviden del aprendizaje y tengan dificultades cuando regresen a clases.

Sumado a esto, las brechas educativas entre estudiantes cuyas familias tienen diferentes niveles de ingresos pueden profundizarse. Quienes tienen la oportunidad de asistir a cursos u otras actividades extracurriculares centradas en el aprendizaje fortalecen sus habilidades, mientras que sus compañeros se estancan durante semanas o meses en una etapa crucial de su desarrollo.

Por eso, durante este período vacacional, hago un llamado a los integrantes de las comunidades educativas —en especial a los que tienen a su cargo el cuidado de los niños— a comprometerse a dedicar al menos una hora diaria a la realización de ejercicios de matemáticas y lectoescritura. Esto mantendrá su cerebro activo mientras disfrutan de sus vacaciones y les ayudará a volver a la escuela a los cien.

POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO

LSN

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