
Durante un díadesfile de moda en París, rapero y diseñador Kanye West Salió con una camiseta que tenía el siguiente mensaje: “Las vidas blancas importan”), un eslogan que los supremacistas blancos, incluidos grupos como el Ku Klux Klan, utilizado en respuesta al movimiento antirracista “Las vidas de los negros importan”. En caso de que no conozcas a Kanye, YE, como ahora se hace llamar, es negro.
¿Después? ¿Será un capricho para llamar la atención o dar de qué hablar ya que su exmujer, Kim Kardashian, ya no le hace caso? ¿O para que todos hablen de él? ¿O para hacerte relevante? No quedó la cosa. Poco después, escribió en Twitter que estaba amenazando de muerte a los judíos, acusándolos de jugar con él y excluyendo a cualquiera que se opusiera a su agenda. Luego de esto, la plataforma bloqueó su cuenta por violar las políticas.
No es la primera vez que lo hacen, llevaba dos años ausente por haber emitido otro mensaje antisemita. Instagram también restringió su cuenta. Luego de esto dio una entrevista en The Shop, la cual aprovechó para reiterar más odios, estereotipos y teorías conspirativas, por lo que los ejecutivos del canal decidieron cancelar el episodio del programa.
Los monstruos que han creado las redes sociales son terroríficos. Con tantos seguidores que tienen, este tipo de comportamiento errático se vuelve extremadamente peligroso. Debemos ser conscientes de quiénes son estos «ídolos» que promueven el discurso del odio. Kanye no es el único en la industria de la moda que ha hecho un mal uso de su fama e influencia. Nunca fui fan suyo, pero me gustaba su música y la moda que producía.
YE es un hombre muy talentoso y creativo que se destacó por eso, pero no puedo seguir consumiendo lo que produce, sabiendo la narrativa de violencia que difunde. Aunque me guste su música, no la escucharé más, aunque me guste su ropa, tampoco la consumiré.
Hay un principio de integridad moral que se debe respetar y que como cliente podemos exigir, lo he dicho muchas veces aquí en este espacio. No es un capricho, es una necesidad. Estoy a favor de la libertad de expresión, los diferentes puntos de vista nos enriquecen a todos, pero estoy en contra del mal uso de la fama y el poder para difundir ideas odiosas.
Si YE tiene tanto poder es porque consumimos lo que hace y lo seguimos, es hora de ejercer nuestro derecho y quitarle lo único que lo sigue alimentando: nuestra atención. La moda es una gran industria con propuesta, creatividad, un espacio libre e incluyente donde este tipo de discursos no tienen cabida. Tiene 18,2 millones de seguidores en Instagram, hoy soy uno menos.
Así como leemos las etiquetas de los productos que consumimos, y nos aseguramos de las prácticas éticas de las empresas de las que somos clientes, también debemos conocer la línea moral de estos “influencers”. Sobre todo, revisar a quién siguen nuestros jóvenes. Vivimos en una cultura de cancelación, y aunque soy consciente de que esta práctica ha sido mal utilizada, este es el tipo de discurso violento que envenena a una sociedad y merece ser cancelado.
ILUSTRACIÓN: GUSTAVO ORTIZ
POR BRENDA JAET
MAAZ
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