Ken Knowlton, padre del arte y la animación por computadora, muere a los 91 años

El Dr. Knowlton permaneció en Bell Labs hasta 1982, experimentando con todo, desde música generada por computadora hasta tecnologías que permitían a las personas sordas leer el lenguaje de señas por teléfono. Más tarde se unió a Wang Laboratories, donde, a fines de la década de 1980, ayudó a desarrollar una computadora personal que permitía a los usuarios anotar documentos con mensajes de voz sincronizados y trazos de lápiz digital.

En 2008, después de retirarse de la investigación tecnológica, se unió a un mago e inventor llamado Mark Setteducati para crear un rompecabezas llamado Ji Ga Zo, que podía arreglarse para parecerse a la cara de cualquier persona. “Tenía una mente matemática combinada con un gran sentido de la estética”, dijo Setteducati en una entrevista telefónica.

Además de su hijo Rick, al Dr. Knowlton le sobreviven otros dos hijos, Kenneth y David, todos de su primer matrimonio, que terminó en divorcio; un hermano, Fredrick Knowlton; y una hermana, Marie Knowlton. Dos hijas, Melinda y Suzanne Knowlton, también de su primer matrimonio, y su segunda esposa, Barbara Bean-Knowlton, fallecieron.

Mientras estuvo en Bell Labs, el Sr. Knowlton colaboró ​​con varios artistas conocidos, incluido el cineasta experimental Stan VanDerBeek, la artista informática Lillian Schwartz y la compositora de música electrónica Laurie Spiegel. Se vio a sí mismo como un ingeniero que ayudaba a otros a crear arte, según lo prescrito por el proyecto EAT del Sr. Rauschenberg.

Pero más adelante en su vida comenzó a crear, mostrar y vender su propio arte, construyendo imágenes analógicas tradicionales con fichas de dominó, dados, conchas marinas y otros materiales. Tardíamente se dio cuenta de que cuando los ingenieros colaboran con los artistas, se convierten en más que ingenieros.

“En el mejor de los casos, se vuelven humanos más completos, en parte al comprender que todo comportamiento no proviene de la lógica sino, en el nivel más bajo, de emociones, valores e impulsos intrínsecamente indefendibles”, escribió en 2001. “Al final, algunos se convierten en artistas. .”

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