Un año después de estos hechos, García, con sede en Madrid, hace balance de los últimos doce meses y las acciones para afrontar el régimen, en el que asegura que ha habido presiones y amenazas, tanto en privado como en público. En entrevista con Europa Press, se refirió a la «campaña de descrédito» que desde los medios oficiales el «régimen» que encabeza Miguel Díaz-Canel desarrolla en su contra.
«Cuba no necesita más mártires», reiteró García y admite que puede haber «decepcionado» a parte de la oposición al salir de Cuba en medio de las protestas, pero sostiene que ve esta etapa como un paso necesario para evitar ser «silenciado». «en su casa de La Habana.
«No es necesario entregar 20 años de nuestra vida a ese régimen», dice. «No se trata de pasar a la historia, que te den una calle o que pongan una estatua de mármol en un parque. Se trata de cambiar las cosas», agregó.
Asegura que su familia ha sufrido amenazas «que quizás aún no es el momento de contar», sin embargo, se refiere a «presiones» del cuerpo diplomático sobre familiares en otros países y a quienes la dictadura quiso utilizar como intermediarios para imponer mecanismos de «coerción».
Querían «convencerlo» de que se fuera de Cuba. «Pensaban que me iba a asilo o concentrarme en mi trabajo, o que me iba a olvidar de la política», dice García, y alude que podría haber gente «siguiéndole» también en España para dar cuenta de lo que él hace o dice.
Los protagonistas siguen en Cuba
Las organizaciones de oposición han denunciado un aumento de la represión en la isla en los últimos meses, especialmente como resultado de las movilizaciones del 11 de julio. La plataforma Archipiélago ya criticó el veto de la protesta que había convocado para el 15 de noviembre y, según García, la presión continúa, incluso después de esta fecha.
Algunos de ellos «han tenido que bajar el perfil», explicó García al ser interrogado sobre casos como el de Daniela Rojo, quien hace unos días renunció como coordinadora del grupo. «Es humano», declaró, refiriéndose a este tipo de situaciones, de las que a su juicio son los verdaderos «protagonistas».
Los que todavía están dentro de Cuba, agrega, son «los que necesitan más atención». El fundador de Archipiélago considera que aparecer en los medios, hacerse «visible», es en muchos casos un escudo contra la persecución, ya que precisamente las autoridades intentan «no hacer que nadie te mire para poder hacer lo que quieran contigo». «
Otra estrategia utilizada por el «régimen» es fomentar una división entre los disidentes. «Todo el tiempo te hacen sentir que tus compañeros son tus enemigos», resume García, quien también aboga por priorizar el «objetivo común» sobre cualquier posible diferencia.
«No es una carrera para ver quién viene primero» o «quién logra llamar más la atención», agregó, hablando de «un grupo diverso» que intenta hacer «todo lo posible» para «cambiar la realidad de Cuba». «Hemos cometido errores y los seguiremos cometiendo», dijo.
García afirma que ninguno de los opositores «ha sido capacitado para derrocar un régimen, para construir una democracia dentro de una dictadura», pero sí cree que «hay caminos recorridos sin éxito» y es hora de «reinventarse». » En este «intermedio», en el que «el régimen cree haber obtenido una victoria» al detener las marchas el día 15, es el momento de «recuperar fuerzas».
En reuniones mantenidas con autoridades en España como el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, García ha dicho que también quiere aprovechar su estancia en Madrid para «intercambiar experiencias» con otras personas que han pasado por situaciones similares. situaciones.
Por tanto, es factible replicar el «alianza estratégica» que existe entre los regímenes de Nicaragua, Venezuela y Cuba, pero al nivel de los oponentes. «Al final estamos frente a lo mismo», es «la misma dictadura», dice el opositor.
Cuba como «producto»
García redefine conceptos habitualmente asociados al comunismo en Cuba, entre otros el de patria. «Tu patria son las personas que conoces. Para mí, la patria no es sentirse solo», comenta, recordando sus propias experiencias en un país que incluso compara con el «Matrix».
Los hermanos Castro, primero, y Díaz-Canel, después, trabajarían a favor de una «gran mentira» que «han vendido como el mejor producto comercial». «Ha recibido mejor publicidad que Coca-Cola» y «mucha gente en el mundo ha comprado ese producto comercial que se llama ‘revolución cubana'», advirtió.