La China emergente, por Josep Oliver Alonso

Este mundo de policrisis acumula sobresaltos de muy diferente signo que dificultan percibir hacia dónde nos dirigimos. Algunas de ellas son obvias (crisis financiera, covid, Ucrania, cambio climático), pero otras son más sutiles, aunque no por ello menos relevantes. Entre estos, me gustaría comentar algunos efectos del surgimiento de China.

Uno de los más relevantes deriva de la profundidad de su mercado. El director ejecutivo de Nvidia, la empresa estadounidense de semiconductores, señaló las consecuencias negativas de la prohibición de Biden a las exportaciones de tecnología avanzada: privada de ellas, China acelerará su propio desarrollo y, además, sin acceso al país se vería afectado el crecimiento tecnológico de su empresa. ser severamente limitada. En su opinión, no hay reemplazo posible en el planeta para el mercado chino. El máximo responsable de Siemens postula algo similar: no a la desconexión de un mercado muy relevante hoy, y que será origen y destino de las innovaciones mañana.

No hay sustituto posible para el mercado chino, ha advertido el máximo responsable de Nvidia

Además, ha comenzado la respuesta de China a la prohibición de exportación de tecnología: su gobierno impide que las empresas tecnológicas estadounidenses, como Micron Technology, participen en infraestructuras relevantes. Es un paso más en un enfrentamiento que no sabemos adónde nos lleva.

No menos conflictivo es la dependencia de la UE en todo lo relacionado con la producción de lingotes y obleas de silicio, imprescindibles para la fabricación de paneles solares: China es el principal proveedor mundial. Por no hablar de su dominio del 80% del mercado de tierras raras, imprescindible para teléfonos móviles y otros terminales. Así, en 2021, más del 75% de los paneles solares importados por Europa procedían de China, por lo que, sin su intervención, la propuesta de triplicar la generación de energía con paneles solares en 2030 es pura fantasía.

Una mujer busca productos en una tienda en Beijing, China, el 31 de mayo.

Una mujer busca productos en una tienda en Beijing, China, el 31 de mayo.

EFE

Por último, también preocupa su papel como socio comercial o inversor en países donde Occidente dominaba no hace mucho. Entre 2000 y 2022, los intercambios de América Latina con China han pasado de 12.000 a casi 500.000 millones de dólares, convirtiéndose en el primer socio comercial del Cono Sur. Asimismo, es preocupante su papel como proveedor de capital a países menos avanzados: su Belt and Road Initiative tiene inversiones en más de 150 países, una apuesta estratégica que tanto EE.UU. (American Partnership for Economic Prosperity) como la UE (Global Gateway) ) han tratado de contrarrestarlo, pero con poco éxito.

Ante esta situación, la semana pasada el G-7 enfatizó la necesidad de eliminación de riesgos, es decir, la reducción de la dependencia del mercado y suministro chino. Pero tienes que tener cuidado. Como señaló Martin Wolff en el Finanzas Veces, tanto la unipolaridad de EE. UU. como el dominio global del G-7 ya son historia. Hemos entrado en un mundo nuevo y desconocido. No debe olvidarse.

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