La lucha feminista no es solo por la igualdad de género, sino también por la justicia social

En un esfuerzo por explorar las profundidades y motivaciones detrás del movimiento feminista en América Latina, Ana Buquet, una destacada investigadora, socióloga y psicóloga que vive en México desde hace más de 40 años, es coautora del libro. Mujeres movilizadas en América Latina junto a la investigadora y referente feminista argentina Dora Barrancos.

Ana Buquet analiza las inspiraciones, desafíos y perspectivas de futuro del movimiento feminista en la región, ahonda en las raíces, desafíos y aspiraciones de un movimiento que busca transformar las estructuras de poder y lograr un cambio significativo en la región. . El libro Mujeres movilizadas en América Latina se erige como un testimonio de las voces y luchas de las mujeres que han desafiado las normas y alzado sus voces por la igualdad y la justicia.

¿Cómo surge la idea de escribir este libro?

–El libro surge como una necesidad de documentar y analizar las movilizaciones masivas de mujeres en América Latina. Dora Barrancos me invitó a participar en este proyecto, y creo que la idea nació por la efervescencia de las movilizaciones de mujeres en la última década. El libro aborda diversos temas, desde la lucha por los derechos reproductivos y la despenalización del aborto hasta la visibilización de la violencia de género y el feminicidio. Buscamos identificar las características comunes de estas movilizaciones masivas y explorar cómo las emociones, como la ira y la rabia, juegan un papel crucial en su irrupción. Además, nuestras sociedades han experimentado un aumento de la conectividad a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lo que ha permitido la rápida difusión de ideas y la organización de acciones colectivas en todo el mundo.

–Hablas de la importancia de las emociones en el movimiento feminista. ¿Podría ampliar este punto?

–Las emociones juegan un papel fundamental en la irrupción y consolidación de los movimientos feministas en América Latina y en todo el mundo. Emociones como la ira, la rabia y el cansancio son respuestas naturales a la violencia masculina y la opresión de género que las mujeres han enfrentado durante siglos. Estas poderosas emociones se han convertido en motores de cambio y movilización, impulsando a cientos de miles de mujeres a unirse y luchar por sus derechos. Las redes de solidaridad y apoyo emocional son fundamentales para fortalecer estos movimientos y mantener viva la lucha.

¿Por qué crees que estas movilizaciones feministas masivas surgieron por primera vez en Argentina?

–Las movilizaciones feministas masivas en Argentina comenzaron en 2015, mientras que en otros países de la región, como México y Chile, tomaron impulso en años posteriores, 2016, 2018. Mi opinión personal es que las dictaduras y los regímenes autoritarios en el cono sur de América Latina generó un alto nivel de politización y activismo en la población. Países como Uruguay, Argentina y Chile vivieron experiencias traumáticas que generaron una fuerte conciencia ciudadana y capacidad de movilización. Además, símbolos como las Madres de Plaza de Mayo en Argentina jugaron un papel importante en la construcción de resistencia y lucha feminista en la región.

– ¿Cuáles cree que son las demandas y desafíos pendientes que enfrenta el movimiento feminista en América Latina?

–A pesar de los avances formales en la legislación y la creación de estructuras gubernamentales para abordar la violencia de género, aún existen desafíos. La violencia machista, que va desde el acoso hasta el feminicidio, sigue siendo la preocupación central. Los gobiernos deben no solo promulgar leyes, sino también implementar programas y políticas eficaces para abordar estos problemas en la vida cotidiana de las mujeres. Además, el movimiento feminista busca transformar mentalidades y desafiar el sistema patriarcal arraigado en nuestras sociedades. Los feminismos actuales también buscan modelos de liderazgo más horizontales y colectivos, rompiendo con la lógica jerárquica masculina.

¿Cuál es su visión para el futuro del movimiento?

Veo un futuro lleno de desafíos y esperanzas. A pesar de las dificultades, la fuerza y ​​la determinación de las mujeres de la región son inspiradoras. Considero fundamental seguir construyendo alianzas y redes de apoyo, tanto a nivel nacional como internacional. La lucha feminista no se trata solo de la igualdad de género, sino también de la justicia social y la inclusión. Es un camino largo y complejo, pero con cada movilización y cada avance vamos construyendo un mundo más equitativo y libre de violencia de género.

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