La odisea de entrevistar a Gorbachov y los motivos por los cuales la URSS no condenó la represión ilegal de la dictadura

En diciembre de 1992, poco después de la disolución de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachev sorpresivamente visitó argentina.

Tuve la oportunidad de hacer una larga entrevista con él. Clarín donde admitió, por primera vez, que “No hubo una fuerte defensa soviética de los derechos humanos en Argentina” durante la última dictadura militar.

Fue todo un titular de periódico porque la URSS había sido aliada de facto de la dictadura del Proceso, a pesar de que profesaron ideologías contrarias en la Guerra Fría. Mientras el ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, promovía las exportaciones de trigo a la URSS, la diplomacia de la dictadura no condenó la invasión soviética a Afganistán, ni boicoteó las Olimpiadas de Moscú. Y como consecuencia de ese acuerdo, la URSS no condenó la violación de los derechos humanos en Argentina.

Aparte de esas declaraciones publicadas el 6 de diciembre de 1992 en el diario, conseguir la entrevista fue un triunfo periodístico gracias al exsecretario de Relaciones Económicas Internacionales de Alfonsín, Jorge “el negro” Romero. Lo conocía de los tiempos en que cubría Cancillería conducida por Dante Caputo.

Romero me prometió la entrevista pero me dijo que tenía que esperar porque Gorbachov”todavía estaba tratando con un líder de una superpotencia». Su agenda no cambió, cuatro guardaespaldas rusos tipo “closet” lo seguían a todos lados y Raysa, su esposa, también tuvo que permitir que le robaran tiempo.

En Argentina brindó una serie de conferencias y se reunió con el entonces presidente Carlos Menem, entre otras actividades. Hice tres días de servicio en Buenos Aires sin éxito, dos en Mendoza -que incluyeron un viaje por la Ruta del Vino- y uno en Chile, donde finalmente me concedió la entrevista.

Dejándole la nota en el hotel Conquistadores de Santiago de Chile, le pedí que me autografiara su libro “Perestroika”. salí aturdido de la entrevista con un líder de tanta experiencia, inteligencia y que hablaba tres idiomas y olvidé mi equipaje de mano en su habitación. Los guardaespaldas se me echaron encima creyendo que había dejado una bomba…

más tarde me enteré uno de los secretos de las razones de su gira por Argentina y Chile. ¿Por qué había accedido a venir a dos países con poco peso internacional cuando casi todo el mundo lo requería para dar conferencias?

Porque el querido «negro» Romero pagó todos los gastos y prometió equipar su fundación a cambio de las charlas que brindó ante empresarios, académicos, políticos y militares argentinos y chilenos. Romero estaba «enamorado» de la figura del hombre que cerró la Guerra Fría. Pero había hipotecado su patrimonio para pagar la gira. Al año siguiente, al no poder pagar la deuda, se suicidó a la edad de 50 años.

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