Durante décadas, politólogos de distintas latitudes han tratado de responder a la pregunta sobre los efectos de las campañas políticas en la orientación de los votantes. Desde mediados del siglo pasado, en el Universidad de Míchigan, Campell y sus colegas encontraron que la identificación del partido era la variable más relevante para explicar la orientación del voto.
En una etapa posterior de su investigación, diseñaron un «embudo de causalidad» que determinó que la intención de voto estaba determinada por variables socioeconómicas como clase social, etnia, ocupación, género, orientación sexual, entre otros factores.
Es decir, junto con la identificación partidaria, las características sociodemográficas de los individuos definen la forma en que votan. Por esos tiempos, Anthony Downs, en su Teoría Económica de la Democracia Propuso que los votantes hagan evaluaciones prospectivas y retrospectivas y, en consecuencia, premien o castiguen los esfuerzos.
Las dos aproximaciones que muestran el comportamiento de los votantes son correctas. Una parte significativa del resultado de una elección está definida por la identificación partidaria, sin embargo, en la mayoría de las medidas hay un 27 por ciento de indecisos.
Es más probable que este segmento del electorado se quede en casa el día de las elecciones y esté disperso uniformemente entre el partido gobernante y la oposición.
Son de clase media y viven en centros urbanos. En lugar de identificarse con alguna fuerza política, se comportan como votantes racionales que “votan en su bolsillo” y evalúan el desempeño de los gobiernos en materia de seguridad.
Pero, ¿son las campañas de alguna utilidad para los políticos y los partidos? La respuesta es sí. Los electores, además de revisar sus carteras, toman atajos de información y así toman decisiones electorales.
La campaña de Alejandra Del Moral en el Estado de México es emblemática: al inicio de la precampaña, apareció en varias encuestas a más de 20 puntos de su rival. Esa diferencia se ha reducido al mínimo y las últimas encuestas muestran un empate técnico. Si la tendencia continúa, ganará las elecciones del domingo 4 de junio.
El electorado mexicano, y particularmente los que viven en la zona metropolitana de la Ciudad de México y en el Valle de Toluca, se han mostrado entusiasmados con la propuesta antipopulista y la oferta de un gobierno de coalición.
Algunos segmentos de votantes han podido constatar en sus localidades la degradación institucional que sufren los cuerpos policiales, el recrudecimiento de los índices de criminalidad y el aumento en la comisión de delitos graves. La inseguridad que impera en los estados gobernados por Morena ha alertado a los ciudadanos mexicanos sobre los peligros que representan gobiernos emanados de corrientes populistas. Al fin y al cabo, las elecciones en Coahuila y en el Estado de México se han convertido en plebiscitos.
¿Qué pueden hacer los ciudadanos? salir a votar
POR ALEJANDRO ECHEGARAY
COLABORADOR
@aechegaray1
MAÍZ
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