El automóvil es uno de los grandes inventos del ser humano y, sin duda, un hito en nuestra historia. No es casualidad que Brave New World, la famosa novela del británico Aldous Huxley, transcurra en el año 632 después de Ford, donde dicha marca automotriz marca el inicio de una nueva era para nuestra especie.
Me parece que la transición que estamos viviendo en términos de movilidad es incluso más importante que la creación del motor de combustión interna. El mundo se ha transformado y en esta revolución tecnológica se ha puesto como prioridad la conservación del medio ambiente, por lo que es vital entender este nuevo paradigma para vislumbrar hacia dónde va el futuro de la movilidad.
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), los mercados de automóviles eléctricos están experimentando un crecimiento exponencial. Sus ventas superaron los 10 millones en 2022; es decir, el 14% de todos los autos nuevos vendidos fueron eléctricos el año pasado. Esta cifra es importante, ya que en 2021 representó el 9% y en 2020 menos del 5%.
Tres mercados dominaron las ventas globales, informó la AIE. 6 de cada 10 vehículos eléctricos tenían a China como mercado final. De hecho, este país asiático ya ha superado su objetivo de vehículos eléctricos para 2025. En la Unión Europea, el segundo mercado más grande, las ventas de autos eléctricos aumentaron un 15% en 2022, lo que significa que 1 de cada 5 autos vendidos en esa región fue eléctrico. Estados Unidos aumentó su venta de autos eléctricos en un 55% el año pasado.
Estas cifras seguramente aumentarán en los próximos meses y años, ya que 4 de cada 10 consumidores en 2023 que tengan la intención de comprar un automóvil nuevo están considerando un vehículo eléctrico y será el tipo dominante de vehículo vendido para 2035.
A pesar de que la movilidad eléctrica no es un tema nuevo, la transición energética global exige la existencia de herramientas que permitan entender los desafíos y oportunidades. Por ello, el Instituto William Davidson de la Universidad de Michigan se ha enfocado en recopilar información que ayude a realizar recomendaciones para tomar las mejores decisiones bajo un estricto rigor académico.
Diana Páez, Directora Senior de Energía y Movilidad del Instituto, una buena amiga y a quien tuve el privilegio de entrevistar, declara que el panorama es promisorio, ya que va a haber un desarrollo increíblemente acelerado de las cadenas de valor globales de vehículos eléctricos hacia 2030. .
Esto ya se refleja en las políticas públicas que países como China, numerosas naciones de la Unión Europea y Estados Unidos han impulsado para construir un ecosistema ideal que permita una transición integral a la electromovilidad, no solo en términos de producción, sino también en términos de en cuanto a infraestructura y adopción de estos vehículos se refiere.
El Instituto ha identificado tres facilitadores que conducen a una transición exitosa a la electromovilidad dentro de un país: cambio de políticas, infraestructura y fuerza laboral. Sin estos tres elementos trabajando juntos, el desafío será mucho mayor.
En este sentido, México enfrenta grandes desafíos, pero también tiene extraordinarias oportunidades para transitar hacia la electromovilidad. A pesar de tener una industria fuerte, capaz de producir componentes y vehículos eléctricos, no ha habido suficientes incentivos para el desarrollo de una infraestructura urbana que permita el crecimiento del mercado interno a escala macro, según Diana Páez.
Sin embargo, nuestro país ha demostrado su capacidad y talento en el tercer eje: su capital humano. Además, nos encontramos en un momento clave para aprovechar el fenómeno conocido como nearshoring, ya que la integración de América del Norte abre la puerta a mayores inversiones para investigación y desarrollo en este mercado.
Estados Unidos y Canadá son líderes en electromovilidad. La administración de Joe Biden ha tenido como prioridad lanzar iniciativas que contribuyan a crear una industria eléctrica automotriz más fuerte, buscando que sus aliados cercanos —incluido México— participen más en la cadena de valor para reemplazar la dependencia de Asia.
México debe tomar acciones para consolidar su posición dentro de esta cadena y para ello debe estar preparado en términos de capital humano. Diana menciona que se requerirán nuevas habilidades, algunas destinadas a la producción, otras a la carga y otras al mantenimiento y reparación, por lo que el papel de la academia de formación será fundamental.
El director afirma que “definitivamente hay que hacer un recualificación de las personas que están trabajando y necesitan desempeñarse en estos nuevos roles y también una mejora de competencias que van de la mano con las tendencias digitales, la industria 4.0 y todo lo relacionado con la electrificación”. El Instituto destacó los campos de software, ciberseguridad, ingeniería eléctrica y otras habilidades tecnológicas como las mayores áreas de oportunidad para el crecimiento.
Esto se debe a que los vehículos eléctricos se parecen más a un robot o una computadora que a un automóvil de combustión interna. De hecho, se estima que en 2030 el software de los vehículos eléctricos representará el 30% de su valor, ya que los coches del futuro se nutrirán de la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y el Internet de las cosas, entre otras muchas tecnologías. Ante este escenario, es claro que nuevas marcas y jugadores están entrando en escena. Esta transformación tecnológica es también una oportunidad para que México refuerce su liderazgo como potencia mundial en la industria.
Itziar Gómez Jiménez, directora de la Agencia de Comunicación Plasmar
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