En el maltrato y desdén de la prensa nacional, prepotente y discriminatoria, suele verificarse la acción radical de los gobiernos, así como la inquietud de los ciudadanos. No se sustenta ni justifica, ya se invoquen razones de contraterrorismo, o de intransigencia contra grupos «elitistas». Estas son máscaras sin diálogo.
En Turquía, la legislación contra la información falsa aprobada en octubre permite al presidente consolidar aún más su poder al censurar las voces de protesta antes de las elecciones generales previstas para junio. En nombre de la lucha contra el “fascismo digital”, en palabras del presidente Recep Tayyip Erdogan, la aprobación de los 40 artículos del texto provino de la mayoría del AKP, el partido del presidente, y sus aliados nacionalistas. Turquía ocupa el puesto 149 entre 180 países en términos de libertad de prensa según el índice 2022 de Reporteros sin Fronteras.
En Irán se aplica una política de silenciamiento y censura dentro y fuera de las fronteras del país. Hace seis meses, una docena de cuentas de Instagram feministas fueron atacadas por numerosos bots. En noviembre de 2019, Masoud Molavi, ex oficial de inteligencia iraní, fue asesinado a tiros en las calles de Estambul. Las autoridades turcas han atribuido su asesinato a las autoridades iraníes. Famosa por su lucha contra el velo, Masih Alinejad, una periodista iraní exiliada en Estados Unidos, fue objeto de un intento de secuestro en 2018. Los jugadores de la selección nacional de Irán también han sido amenazados con represalias contra sus familias. después de que se abstuvieran de cantar el himno de la República Islámica durante su primer partido de la Copa del Mundo en Qatar. En Egipto, si bien la Constitución de 2014 garantiza la libertad de prensa, el país tiene alrededor de 20 reporteros tras las rejas y ocupa el puesto 168 de 180 en el ranking de libertad de prensa (2022). Además, los servicios de seguridad egipcios representan «el segundo actor en el panorama mediático» gracias a un holding que aglutina en torno al 17% de los medios del país.
El desgaste de gobiernos y democracias, asediados por autoritarismos seculares, se puede ver tanto en Medio Oriente como en otras partes del mundo, incluido nuestro hemisferio. Son similares en el aislamiento de la clase política y la centralidad del clientelismo entre políticos, y entre políticos y votantes; en la experiencia de la corrupción que vincula a políticos y empresas, incluidas las militares; en la política iliberal que delega los procesos de toma de decisiones a enclaves no elegidos de «expertos» cooptados; en partidos/movimientos que se convierten esencialmente en vehículos de patrocinio. La exposición de los periodistas a campañas de odio, calumnias y difamación es otro ejemplo de esta convergencia. Ninguno de estos países en el Medio Oriente, como en América Latina, está en una situación de guerra con otro país. Están en contra de las voces críticas.
POR MARTA TAWIL
INVESTIGADOR EN EL COLMEX
CAMARADA
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