Los gobiernos europeos, preocupados por la rápida propagación de la variante del coronavirus Delta, están presionando y, en algunos casos, presionando a las personas para que se vacunen mediante la introducción de restricciones en la vida diaria de quienes no tienen la vacuna Covid-19.
En la mayoría de los casos, la vacunación aún no es obligatoria, con algunas excepciones, como los trabajadores de la salud en Italia. Sin embargo, al excluir a los no vacunados de aspectos de la vida cotidiana, como cenar en el interior de un restaurante o ir al gimnasio, los gobiernos buscan hacer la vida más difícil para las personas que se resisten a vacunarse.
Los gobiernos tienen el doble objetivo de superar la vacilación entre las personas que no tienen una postura ideológica radical contra las vacunas, al mismo tiempo que frena la necesidad de nuevos bloqueos que dañarían las economías europeas. Los políticos y los funcionarios de salud pública están impulsando la idea de que la vacunación equivale a más libertad individual, no menos.
La herramienta que se utiliza en la mayoría de los países de la Unión Europea para separar a los vacunados de los que resisten es el certificado digital Covid-19, que tiene diferentes apodos en diferentes naciones.
Los certificados, denominados pases verdes en Italia y pases sanitarios en Francia, se diseñaron principalmente para facilitar los viajes entre países, pero ahora han encontrado un uso ampliado. Tienen un código QR único y se pueden imprimir o almacenar en un teléfono móvil. En la mayoría de los países, también se puede acceder a ellos a través de aplicaciones de teléfonos móviles oficiales de rastreo de contratos de coronavirus.
Fuente: WSJ