La llegada dee Luiz Inácio Lula da Silva al poder en Brasil despierta el entusiasmo de muchos latinoamericanos que lo ven, como dijo el presidente de Argentina, Alberto Fernández, como el líder que espera la izquierda de América Latina.
Y sin duda, el prestigio de Lula es suficiente, más allá de los problemas internos que podría enfrentar, fruto de una oposición derechista del presidente saliente, Jair Bolsonaro, y sus reclamos de fraude electoral.
La idea del peso específico de Brasil involucrado en la promoción de proyectos de izquierda democrática tiene un enorme atractivo.
Pero en el momento actual del mundo, y la competencia geopolítica entre grupos de naciones, valdría la pena preguntarse cuál será su papel.
Como cualquier gran país, Brasil siempre ha estado entre la introspección y la necesidad de asegurar su entorno geopolítico. Tiene frontera con 10 naciones y, ciertamente, un interés real por lo que sucede en cada una de ellas.
Y por eso no sorprende que la política exterior brasileña se haya centrado en tratar de bloquear la influencia de otras potencias en la región.
Brasil es parte del Mercosur, también formado por Argentina, Paraguay y Uruguay, que ha optado por una economía brasileña dominante por su tamaño.
Hace una década impulsó la creación del Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), con la idea de convertirlo en un foro de integración regional alternativo al Organización de los Estados Americanos (OEA).
La Celac contaba en ese momento con el apoyo del entonces presidente de México, Felipe Calderón. El entusiasmo por el grupo, sin embargo, pareció decaer un poco hasta 2019, cuando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, auspiciado por el canciller Marcelo Ebrard y su subsecretario para América Latina, Maximiliano Reyes, impulsó su revitalización y asumió la presidencia en el periodo 2020-21.
La idea, con el apoyo del influyente Grupo de Puebla -del que forman parte Lula da Silva y Reyes- encontró terreno fértil en Argentina y el gobierno de Alberto Fernández tomó la bandera en 2022, al término de la Presidencia interina de México.
Brasil tiene ambiciones de potencia mundial, justificadas por su tamaño y una economía pujante, y lucha desde hace años por la reforma de Naciones Unidas donde, por supuesto, aspira a obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad en representación de América Latina. .
En ese marco, forma parte del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), y tiene una importante relación con el gigante asiático, ahora su principal socio comercial e inversor; en 2021, el comercio bilateral fue de 68 mil millones de dólares, con superávit para Brasil, que recibió inversiones de más de 300 empresas chinas.
El apoyo de Estados Unidos a la elección del economista brasileño Ilan Goldfajn a la presidencia del BID fue visto como una señal de acercamiento al gobierno entrante de Lula da Silva.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
MAÍZ